Con varios frentes abiertos, pero sin terminar, no dispongo de material gráfico para poder redactar otra entrada "larga".
A la espera de que ese día llegue saludo a la tripulación y os dejo con una imagen de una pequeña Fresa silvestre
(Fragaria vesca), vestida para la fiesta del otoño ¿ Habrá alguien que quiera bailar con ella ?
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La fantasmagórica imagen de la luna, reflejada en las profundas aguas oceánicas, le da un aire de ultratumba al horizonte. Los marinos, acostumbrados a la contemplación de esta espectral composición, descansan en sus camarotes ajenos a que en cubierta, en el interior de uno de los botes salvavidas, un joven polizón no ha podido controlarse y se ha ido por la pata abajo. Se irá curtiendo a lo largo de la travesía, no le queda otra.
Un saludo a todos
Juan Liñares
Que bonitos colores tiene.
ResponderEliminarUn saludo
Cyd, la verdad es que estos primeros fríos de otoño la han ruborizado mucho. Para mi gusto está espectacular, claro que este momento es breve pero mientras dure se disfrutará.
EliminarUn saludo
Antes muerta que encilla¡¡¡, otoñando, con unos colores espectaculares y su fresica.
ResponderEliminarun saludo
Roberto, esta fresa lleva ya unos cuantos años conmigo, pero la verdad es que lo de fructificar es la 1ª vez que lo hace. También con flores está bonita.
EliminarUn saludo.
Preciosa otoñada. Me recuerda a los viñedos.
ResponderEliminarÁngel, los tonos la verdad es que son los mismos que los que lucen las viñas. Buen apunte...y buen ojo.
EliminarUn saludo.
Yo mismo bailaría con ella de no ser porque creo ser el joven polizón del bote salvavidas que no ha podido controlarse y mi estado no resulta ahora mismo atractivo, ni siquiera presentable.
ResponderEliminarYo mismo disfrutaría en cubierta de ese plateado horizonte que le da a la luna un lecho de ultratumba, de no ser porque no estoy, como otros marinos, acostumbrado a contemplar tan májica composición desde cubierta..... no en vano vine al mundo en tierras de adentro, entre peñascos vestidos de líquenes en plena Sierra de Gredos, con el sonido de las cabras montesas, que no de las olas.
Mas paradójicamente, aquellas extremeñas tierras fuero cuna de grandes navegantes, por lo que seguro que me adapto presto a los vaivenes de este barco que tan acertadamente capitanéas.
Un abrazo.
¡ Pero Yoyo ! Si nos has salido poeta ¡ qué tío ! No, en serio, muy bonitas tus palabras, gracias por intervenir.
ResponderEliminarUn saludo