jueves, 31 de enero de 2013

Sutil

INTRODUCCIÓN

    Un elegante Pinus sylvestris será el protagonista del trabajo de formación que os voy a mostrar hoy. Sin embargo este ejemplar ya merece algunos comentarios preliminares antes de comenzar a presentar el trabajo en sí. No en vano se trata de una planta que había sido cultivada en contenedor, con tierra de monte y pomice, durante tres años. Al cabo de ese tiempo se pasó a maceta de bonsái, en la que se sustituyó el sustrato por una mezcla a base de akadama gruesa y kiriu, también grueso. Ahí estuvo otros tres años y no por capricho. El ejemplar presentaba unas ramas extremadamente largas, con la vegetación en las puntas. Durante los tres últimos años se ha ido podando hacia atrás conforme iban saliendo brotes más cercanos al tronco. Se trataba de poder desarrollar la suficiente cantidad de vegetación como para permitir la realización de un diseño coherente. Poco a poco se ha ido retrasando la ramificación, aunque ha sido un proceso lento y no del todo exitoso, todavía quedaban tramos muy largos sin brotes interiores. Sin embargo, viendo la salud de la que gozaba la planta y valorando el hecho de que la brotación adecuada ya podía ser suficiente, se afrontó, al fín, su primera formación.

PRESENTACIÓN DEL MATERIAL

    Como ya dije, el pino había llegado a un estado en el que su salud me iba a permitir realizar un trabajo formativo sin demasiado riesgo. Os lo muestro desde distintos ángulos para que os familiaricéis con él.

Frente elegido para la realización del trabajo
     La copa vista más de cerca:



Lateral derecho

Parte trasera

Lateral izquierdo
    La principal carácterística de este ejemplar es el fuerte cambio de rumbo que experimenta en su recorrido el tronco, pasando de ascender de una forma clara a caer en picado tras un giro de 180º. Esta zona es uno de los puntos que llamarán más la atención del observador, me atrevería a decir que incluso más que la propia copa. Representará el punto más alto de la composición.



AL TAJO

    Una de las cosas que siempre suelo hacer antes de continuar con el resto de tareas, es verificar si el sustrato tiene falta de limpieza. En este caso, aunque no era mucha la cantidad de malas hierbas, éstas sí erán bastante "aparentes".


    Por supuesto procedí a su retirada.

    El estado de salud de la planta era muy bueno, se podía trabajar con relativa seguridad. Fijaos en un detalle del follaje.



    En estas situaciones lo primero que hay que hacer es una limpieza de aguja vieja, de este modo se facilita enormemente el trabajo posterior. Una vez realizada esta limpieza el aspecto de los brotes cambia bastante.


    El tronco tiene un bonito shari natural que lo recorre en buena parte de su longitud.


    También había restos de viejas ramas que deberían ser trabajadas como jines, le añaden carácter a un buen bunjin.



    Naturalmente antes había que descortezar esos restos y romper sus estremos para darles un aire natural.




    Por supuesto estas zonas de madera seca se trataron luego con líquido de jin. Días más tarde les daré también endurecedor para que ganen consistencia y ayude a prolongar su "vida útil"

    En anteriores labores de reducción se habían dejado pequeños muñones por seguridad. Para hacer un trabajo fino es necesario rebajarlos para facilitar la cicatrización.



    Fijaos en esta rama que os muestro a continuación. Tiene un tramo largo, recto y anodino, sin vegetación próxima a la base.


    Además las ramitas de sus puntas tenían la vegetación totalmente en el extremo, sin brotes interiores.



Así que la decisión fue drástica: cortar.


    Pero parecía poco...


...así que terminé por eliminar toda la rama para transformarla en jin.


    Parecía estar ya mejor, pero viendo el árbol de cuerpo entero se hacía todavía demasiado largo y recto ese jin.


    La solución ya os la podéis imaginar: volver a cortar para hacerlo bastante más reducido.


  No, no iba a quedar así, había que trabajarlo un poquillo para darle un aire más creíble. Las herramientas manuales fueron las seleccionadas para tal cometido. De este modo el acabado parece más obra de la Naturaleza que del jardinero. El aspecto final difiere bastante de la imágen superior.


   Luego comenzó la fase de alambrado, que la verdad no demoró demasiado dado que no había mucha ramificación de la que tirar...ni falta que hace al tratarse de un bunjin. Fijaos en la imágen inferior, con esa escasa cantidad de ramitas iba a ser más que suficiente para crear la silueta que tenía en mente. Se ve ya puesto el alambre, pero no se había colocado todavía la ramificación.


    La colocación de un tornillo en el tronco...


    ....me iba a permitir colocar un tensor...


    ...para conseguir acercar la parte descendente a la ascendente del tronco. De este modo, además, se cierra un poco más la curva superior, haciéndola más atractiva.

    Tras la eliminación de las plantas que crecían en la superficie del sustrato quedaron algunas zonas con escasez del mismo. Para solucionarlo se depositó una poca mezcla recién preparada para cubrir estos huecos.



TRABAJO FINALIZADO

    La colocación de la ramificación tampoco llevó demasiado tiempo, no en vano el número de ramas que necesita un árbol de este estilo es mínímo. La copa, sutil, como demandan los cánones, la podéis contemplar en detalle en la foto inferior.


    Y para finalizar, las vistas generales del árbol con su nuevo aspecto.


Parte trasera

Lado izquierdo

Lado derecho

Frente
    Viéndolo ahora, la maceta de Tokoname que contiene el árbol se ve demasiado grande. Al reducir mucho la vegetación este efecto se acrecienta, si cabe, en mayor medida. Ya tengo otro tiesto, más reducido en dimensiones, preparado para recibir a este pino, pero esa será una historia que todavía tendrá que esperar uno o dos años más. Mientras tanto toca dejar que el ejemplar evolucione de forma correcta, sana y vigorosa. Por último sólo añadir que los tiravientos, que el árbol tenía desde antes de comenzar este primer trabajo de modelado, se los he dejado colocado, de momento, por seguridad. Un poco más adelante serán eliminados.

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    Espero haberos entretenido un rato con esta nueva entrada, con esta nueva travesía en los misteriosos mares del bonsái. Permaneced atentos a vuestras pantallas, cuando el capitán ordene zarpar os quiero ver a todos a bordo.

    Juan Liñares

viernes, 18 de enero de 2013

Labores de mantenimiento en un Aliso

PRESENTACIÓN

    De este Aliso (Alnus glutinosa) ya os he hablado en otra ocasión. Cuando comencé con él no era más que un palo pinchado en la tierra, un simple plantón recogido de la grieta de una piedra. Tras los años que lleva de cultivo, la ramificación se ha ido haciendo cada vez más compleja. En relación con este tema he de decir que, como muchos de vosotros sabéis, esta especie tiene una fuerte tendencia a secar algunas ramillas en invierno. Esta característica es común a muchos árboles de ribera, como puede ser el Abedul, el Sauce, el Fresno o, ya de un habitat algo diferente, el Roble albar o Roble carvallo (Quercus robur). Sin embargo yo siempre digo que trabajar con Alisos es como conducir un Ferrari, como a aquel le sobra "potencia", pero hay que saberlo conducir. Si no estás dispuesto a darle todo lo que él te pide, entonces es mejor desistir de su cultivo. Esta característica, bien llevada, permite sobreponerse con éxito a la pérdida invernal de algunas ramillas, puesto que al llegar la época vegetativa siempre va a responder desarrollando más de las que ha perdido.

    En el caso de este ejemplar, le tocaba un trabajo de mantenimiento, algo rutinario, pero que no debemos obviar y menos en esta especie. La imágen que inicia este reportaje sirve para mostraros como estaba el árbol antes de comenzar la sesión.


TAREAS A AFRONTAR

    Esta planta se cultiva sumergida en agua durante toda la estación vegetativa. Absorbe tal cantidad de ella que, en ocasiones, llega a vaciar la bandeja dentro de la que se deposita la maceta. Este sistema de cultivo da muchas facilidades en el cultivo, permitiéndome realizar varios defoliados durante la primavera - verano. Esto permite aumentar en gran medida la complejidad de la ramificación, pero tiene sus desventajas. Una de ellas, quizás la más destacable, sea la de promover una excesiva prolifereción de musgo sobre la superficie del sustrato.


    Como véis había comenzado a colonizar la base del nebári, a lo cual se debe poner remedio. También las canastillas de abono deberían de ser retiradas. La siguiente imágen refleja como quedó la superficie una vez retirado el musgo y las canastas.


    Luego hubo que rellenar con un poco con sustrato nuevo. Los riegos continuos van lavando la superficie y haciéndole perder tierra.


    En este caso el árbol había secado también una rama secundaria de relativa importancia. Sin embargo, viendo que en su axila salía un nuevo brote con el que se podría sustituir, lo dejé crecer durante toda la estación de crecimiento. Tampoco había querido eliminar la rama seca hasta que este brote tomara fuerza...¡ y vaya si la tomó !. Observad lo que ha crecido en sólo un año.


    Obviamente comencé por eliminar la rama que se había secado.


    Y aquí teníamos la rama de sustitución.


    Pero viéndola, la verdad es que no me acababa de convencer. Se dirigía en dirección contraria a donde debía hacerlo, hacia el interior, cruzando por delante del tronco. Sin embargo había solución porque había un brote que se podría guiar desde un principio, dándole una mejor orientación.


    Incluso había otro en un estadío más juvenil, pero que también nos podría servir.



    Al final sacrifiqué la rama que se había dejado crecer, quedándome tan sólo con los dos brotes jóvenes a partir de los cuales se tratará de restaurar la masa perdida.

    La diferenciación de las ramas secas de las vivas puede ocasionar cierta confusión para el aficionado novel, pero no para aquellos que lleven algún tiempo en este mundillo. De todos modos voy a recordaros un poco como podemos distinguirlas. En las ramillas secas se suele ver una deshidratación a lo largo de la rama, que se manifiesta por la aparición de unas arrugas en sentido longitudinal, el mismo de la rama. Esto puede ser un poco más difícil de ver para un ojo no entrenado, pero si nos fijamos en las yemas la diferenciación es clara. Mirad el aspecto que presentan cuando están secas.


    La falta de turgencia es una de sus principales características. Cuando se mantienen viables se ven inchadas, hidratadas y turgentes, listas para volver a abrir en cuanto el tiempo sea benigno.


    Una cosa a tener muy en cuenta es que el aliso cultivado en agua clava muy pronto los alambres. En esta foto que sigue se puede apreciar hasta donde puede llegar este problema.


    Tras la retirada del alambre y la eliminación de las ramitas muertas, nos fijamos en aquellos brotes nuevos que están emergiendo y que nos pueden ser de provecho para continuar con la formación del bonsái.


   Por cierto, que no lo había comentado antes, esta especie tiene una buena respuesta al cierre de las heridas provocadas por los alambres que se han clavado. Así que compensa un poco su facilidad para clavarlos en poco tiempo.

    Entre los brotes que han proliferado durante la estación de crecimiento, no todos son válidos. Algunos habrá que eliminarlos por salir desde zonas totalmente inadecuadas.


    A pesar de la altura a la que estamos, aún se conservaban algunas hojas relativamente verdes en las puntas más vigorosas.


    Por supuesto hubo que eliminarlas para facilitar las labores de alambrado. Y así llegamos al estadío en el que el árbol ya carecía de alambre, de ramas muertas, de hojas verdes, etc. Estaba preparado para comenzar a aplicarle un nuevo alambre y definir nuevamente su ramificación.



FINALIZACIÓN DEL TRABAJO

    Con el alambrado y colocación de ramas termina un nuevo episodio del mantenimiento de este ejemplar. Ahora toca esperar a que reviente por todas partes con la llegada de la primavera. Poco a poco se va consiguiendo crear una ramificación compleja.

    Os dejo con las fotos finales.


Lado izquierdo
Trasera
Frente
    Bueno, pues hasta aquí la entradita de hoy, espero que la hayais disfrutado. Continuaremos nuestra navegación rumbo a nuevos horizontes. Os espero en el puerto, sentado y contemplando el navío amarrado. Su mecer con el suave oleaje resulta de lo más relajante.

Juan Liñares