En la entrada de hoy no os voy a mostrar ningún trabajo espectacular, no. Simplemente va a ser la presentación en sociedad de un nuevo árbol que ha pasado a formar parte de mi colección.
Hace algunas semanas tuve ocasión de visitar a mi buen amigo Yoyo en su casa. Estuvimos trabajando algunas plantas durante un par de jornadas y el día de la despedida quiso agasajarme con un árbol de su propiedad, concretamente con un tejo de tamaño mediano. Como muestra de mi agradecimiento quise montar este ártículo, para demostrarle que su gesto no ha caído en saco roto y que trataré de hacer algo bonito con el árbol que tuvo a bien regalarme. El valor de la amistad está por encima de los bienes materiales, pero a través de ellos también es una buena manera de fomentarla, sobre todo cuando se comparten.
El árbol estaba plantado en un cajón de madera y, por lo que me dijo Yoyo, llevabá plantado en él unos tres años. La planta se había recuperado bien y mostraba síntomas de tener buen vigor. Me gusta trasplantar los árboles que llegan a mi colección a la menor brevedad posible ya que, aunque no lo necesiten, me sirve para saber de primera mano la forma de la parte enterrada así como su estado. De este modo las decisiones que se tomen en el futuro, sobre todo cuando se le dé su primera formación, estarán basadas en un conocimiento real y no en suposiciones o esperanzas.
Aunque el ejemplar no posee maderas muertas espectaculares, creo que me va a ofrecer la posibilidad de realizar un ejercicio de imaginación importante. De todos modos eso será más adelante, ahora no es la prioridad. Os muestro la planta desde todos sus lados tal y como la recibí.
También os enseño la parte baja del tejo desde los distintos lados vistos anteriormente.
¡ AL TAJO !
Una característica de este tipo de material es que suelen traer de origen una buena cantidad de ramillas secas que hay que eliminar. De este modo se favorece tanto la llegada de la luz a las zonas interiores como el paso de aire entre las ramas.
Una limpieza bien realizada suele demorar un buen rato, pero al final el resultado es más que evidente. El árbol se ve mucho más limpio y realza su verdor.
Sobre el tronco quedan las impresiones de las ramillas que se han eliminado.
Cuando la limpieza hubo finalizado se pasó al trasplante en sí. Una vez cortados los alambres no hubo ningún problema para extraer el árbol del cajón en el que estaba plantado. Nada más sacarlo al exterior puede ver algo que me llamó la atención.
Se trataba de pequeños trozos de porexpán, que se añadieron al sustrato con el fin de ofrecer a las nuevas raicillas un medio un poco más cálido. Esta practica está muy extendida en jardinería, donde se añaden frecuentemente perlitas de este material para realizar un efecto tampón sobre las temperaturas, impidiendo que se lleguen a alcanzar valores demasiado bajos. El método en sí está bien y da resultado, de hecho la planta tenía un gran cepellón de raicillas finas. Sin embargo tiene un inconveniente y es que, al usar trozos más grandes, como en este caso, las raíces los atraviesan y luego resultan un problema a la hora de eliminarlos. De hecho algunas raicillas se rompieron durante el proceso. Os enseño un par de instantáneas en las que se aprecia lo que comento.
De todos modos, como ya comenté, después de limpiar todas las raíces se pudo comprobar que la planta gozaba de un buen cepellón. Esto suele ser garantía de que el árbol no vaya a tener problemas para superar el trasplante.
Había algunas raíces sin ramificar, con raicillas finas solo en las puntas. En la foto que sigue sujeto una de ellas. Naturalmente este tipo de raices no nos sirven y lo mejor, si el árbol lo permite, es eliminarlas.
Había también una gruesa raíz que estorbaba bastante para realizar una plantación en maceta de bonsái.
Sin embargo antes de proceder a su reducción hay que aseguarse de que no es indispensable para la supervivencia de la planta. En este caso tenía muy pocas raíces finas, por lo que se pudo eliminar un buen trozo de la misma.
Una vez eliminada esa raíz gruesa ya no hubo ningún problema para encajar el árbol en su nueva maceta, el cepellón quedaba holgado incluso en una de tamaño más pequeño de lo que se tenía pensado. Para lograr una fijación firme hubo que colocar un tornillo en uno de los lados, ya que carecía completamente de raíces en esa zona. Además, para lograr mantener el ángulo de plantado y que el tejo no se cayese hacia esa zona, también se colocó un pequeño taco de madera.
En otras zonas se protegió la corteza de las raíces con un trozo de caucho.
CON EL TRABAJO TERMINADO...POR AHORA
El sustrato utilizado en esta ocasión estuvo compuesto por una mezcla de akadama y pomice, más o menos a partes iguales. La akadama ha sido previamente tamizada y la pómice se tamizó y se lavó para dejarla lo más libre de polvo posible. Dado que el trabajo realizado en esta primera sesión no iba a ser de formación tampoco se ha decidido cual va a ser su frente definitivo. Por ello simplemente me voy a referir a ellos numéricamente para irlos mostrando. Por supuesto, estoy abierto a escuchar vuestras opiniones sobre cual creeis que sería el más adecuado de ellos, puede ser un interesante debate.
LADO 1
Detalle de la base desde el Lado 1
LADO 2
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Detalle de la base desde el lado 2 |
LADO 3
Detalle de la base desde el lado 3 |
LADO 4
Detalle de la base desde el lado 4 |
Bueno pues hasta aquí ha dado la entrada de hoy, pero no quiero despedirme sin agradecerle nuevamente a Yoyo el detalle que tuvo conmigo. Al resto de la tripulación, ya sabéis, espero vuestras opiniones. ¡Hasta la siguiente marea!
Juan Liñares