jueves, 29 de noviembre de 2012

La jirafa que bebe

A LA RECEPCIÓN

    A lo largo de nuestra vida se producen acontecimientos que parecen totalmente azarosos y en los que, a primera vista, poco podríamos haber influido. Para mí el relato de hoy es una de estas historias, una historia de sucesos diversos que se mezclan en la cocktelera de la vida para generar un resultado final impredecible. Paso a enumerar:

    1) El primer elemento que ha influído en el resultado final de esta historia es el hecho de que el árbol protagonista, a la sazón un Pinus sylvestris, había estado a la venta en la tienda de Kingii sin que nadie se decidiese a adquirirlo. Me consta que incluso estuvo a punto de viajar fuera de Galicia, pero al final no fue así. Estaba esperando a que Moncho lo viese y se prendase de él

    2) Su actual propietario sufrió varias pérdidas de árboles durante el verano. Eran todos de tamaño pequeño o pequeño - mediano. Se ausentó unos días dejándole encomendada la tarea de regar a otra persona y cuando regresó comprobó con dolor que había perdido varias plantas.

    3) Recientemente se ha comprado un piso con una terraza grande, en la que va a tener más espacio para sus bonsái y, lo que confluye con esta historia, donde podrá tener árboles de un tamaño mayor, que aguantarán mejor los rigores del verano.

    4) Otro suceso, que sin duda ha influído en el resultado final, ha sido el que se haya apuntado a un taller con Luis Vila para trabajar su reciente adquisición.

    Los ingredientes ya estaban servidos, sólo era cuestión de juntarlos todos.

    Efectivamente, el pino protagonista de la presente historia es el árbol de mayor tamaño que Moncho nunca ha tenido. Promete no meterse a nada mayor, pero este es su tope máximo. Se trataba de una pieza con un cierto grado de complejidad, sobre todo teniendo en cuenta que tenía vegetación divergente, esto es, mandaba algunas ramas para Roma y otras para Santiago, lo cual complicaba un poco el diseño, aunque no demasiado. Antes de entrar en el taller le tiramos unas fotos, que ahora os muestro para que os hagáis una idea de las características del material.




    Como véis, hemos tenido que empatar dos tableros de aglomerado para poder hacer algo de fondo...y aún así se quedaban cortos.

ANTES DE COMER

    Cuando entró en el local en el que se había de celebrar el taller, lo primero que sugirió Luis fue un cambio en el ángulo de plantación. Así que tacos de madera al canto y a buscar una posición más idónea para el modelado de la planta.



    El árbol posee algunos detalles de calidad importantes, como un jin...


...o un shari extraordinario, que envuelve a una zona hueca del tronco cosa, por otro lado, bien poco corriente en los pinos. En ambos casos hay restos de resina seca y de corteza vieja pegados, que deberán ser limpiadas y saneadas en el futuro.


    Dada las características de la caja en la que está plantado el ejemplar, la inclinación que se le ha dado, la manipulación a la que se va a someter la planta y la escasa estabilidad del conjunto, había que tomar precauciones. Para ello se pasó una cincha de amarre bien ajustada, que inmovilizaba el pino anclándolo al carro elevador en el que estaba situado.


    Antes derealizar ninguna operación sobre el árbol, se comenzó por eliminar una rama, bastante grande, que sobraba claramente y que no iba a ser utilizada en el diseño final. En estos casos siempre le dejamos que haga los honores al propietario del árbol. Aquí lo vemos en plena faena.


    La rama se le movía bastante, por lo que acudió Alberto a echarle una mano para que no se menease tanto.


    Aún quedaba otra rama importante cuya conservación estaba en entredicho, pero Luis creyó conveniente dejarla de momento hasta confirmar, cuando los trabajos estuviesen más avanzados, que efectivamente se podía prescindir de ella. Eso se llama previsión, lo que tantas veces nos falta a muchos.

    A continuación, quizás invirtiendo el orden habitual de operaciones, se procedió a enrafiar unos tramos largos del tronco y ramas principales. Luis tenía pensado mover estas zonas antes de continuar con el resto de trabajos puesto que, de este modo, no se iba a perder tiempo en trabajar ramas que quizás no entrasen en el diseño.



    Luis le echó una mano a Moncho con el enrafiado, a la vez que le estuvo explicando unos cuantos conceptos básicos para realizarlo de un modo correcto. En la siguiente instantánea se puede apreciar el tramo tratado. Observad la limpieza y pulcritud en la colocación de la rafia.


    Luego Vila comenzó a alambrar dicho tramo. Como Moncho no disponía de alambre de cobre, que en este caso era lo suyo, hubo que disponer varios alambres de aluminio paralelos, tratando de suplir, de este modo, la mayor fuerza que haría el cobre.



    La siguiente tarea, que ocupó buena parte de la maña, fue la eliminación de las acículas viejas. Tengo que decir que de este momento no tengo fotos porque estuve ayudándole a Moncho con la faena. En estos talleres, los que vamos de "miranda", como digo yo, echamos una mano a aquel que lo necesita. En esta ocasión a mi me tocó con este pino. En las siguientes ilustraciones podéis ver el tramo que ha alambrado Vila y, si os fijais, ya se ven los brotes limpios de acícula vieja.

 


   
¡ A COMER !   

    Este es el grito de guerra más esperado después de llevar toda la mañana trabajando. Como decía Don Quijote "La salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago", así que...a reponer fuerzas. En este caso Alberto, como buen anfitrión, tenía todo previsto y sólo fue sentarse y comenzar a deleitarse con las viandas que había sobre la mesa. Nada como una comida entre amigos para darse cuenta del valor de la amistad.




   
TRAS LA COMIDA

    Evidentemente terminada la comida había que retomar el trabajo donde lo habíamos dejado. Lo que tocaba ahora era mover el tramo ya alambrado. De esto se encargó Luis, que dejó esta parte más o menos orientada para que luego pudiésemos alambrar el resto del árbol sin estorbos.


    Una vez movido el anterior tramo nos tocaba a nosotros continuar alambrando pero, antes de meternos en faena, le propuse a Luis que podríamos cortar ya la rama que habíamos dejado antes y que ahora se veía claramente que sobraba. De este modo tendríamos más espacio para "maniobrar". Estuvo de acuerdo con la idea y ¡ a cortar toca !, pero no lo hicimos de cualquier modo, no. Se fueron cortando las distintas subramas de la rama en cuestión, tratando de dejar material para realizar un jin atractivo.


    El dueño del árbol parecía disfrutar como un niño, se le estába reduciendo el ejemplar a la mitad del volumen y el no hacía más que reirse.


    Ahora sí que tocaba comenzar a alambrar, lo que nos tuvo ocupados otro buen rato, aunque entre Moncho y yo nos llevó menos tiempo de lo esperado. Fijáos en un detalle que os muestro a continuación y en el que podréis ver como, a pesar de haber puesto varios alambres de aluminio paralelos y de un grosor importante, hubo que recurir a la colocación de algunos tensores en puntos estratégicos para inmovilizar la planta en la posición deseada.


    Cuando acabamos con el alambrado vino Luis a colocar las masas en su sitio. Aquí lo vemos bajo la atenta mirada de algunos de los asistentes.


    Cuando estaba tirando una foto Leo se acercó y me puso una mano por delante, haciendo un ademán que no sé muy bien lo que quería transmitir con él: bien que le gustaba lo que estaba viendo o tal vez querría mostrarnos "el conejito de Playboy". ¡Uf, no sé, con este hombre nunca se sabe...siempre está de fiesta!


    Bueno, el caso es que Luis continuó colocando la ramificación poco a poco, hasta finalizar.



FINAL DEL CUENTO

    Cuando Vila hubo terminado de ordenar toda la ramificación la imágen del árbol había cambiado radicalmente, ya no era aquel "tocho" que entrara al taller por la mañana. Se había transformado en un árbol tremendamente elegante y sugerente. Moncho estaba que no cabía en sí, se le notaba exultante. No daba botes ni aplaudía con las orejas porque es un tío muy comedido, pero las ganas no le faltaron....¡ que lo sé yo... !

    A pesar de que el volumen del árbol se redujo en gran medida aún seguía siendo grande, con lo que la realización de la foto final se complicaba. Por ello tan sólo os voy a mostrar el frente, pues de los otros lados no las hice. Aún así tuve que pedir la ayuda de dos espontáneos para que me sujetasen el fondo.


    Y llegados a este punto de la historia todavía me queda por desvelar el porqué del título inicial. Tal vez lo mejor sea que juzguéis por vosotros mismos.



    Bueno, pues hasta aquí la entrada de hoy. Como siempre, espero haberos entretenido un rato con su lectura...si habéis sido capaces de llegar hasta el final, lo que tendría mérito.

   Juan Liñares

martes, 27 de noviembre de 2012

La sabina de la risa

INTRODUCCIÓN

    El trabajo que voy a comentaros hoy se ha realizado este pasado fin de semana, concretamente en la Kingii Bonsai School, dentro del taller que allí impartió Luis Vila. La planta con la que voy a comenzar la serie de reportajes que ilustran el resultado de dicho taller, es una sabina, como no, la mejor elección para llevársela a Luis. A su propietario no se le ocurría ninguna idea clara, por lo que el propio Alberto Baleato le sugirió que la llevase a esta reunión de trabajo, donde Luis seguro que sabría darle alguna idea.

    La sabina en sí poseía varios troncos, concretamente tres. Dos de dichos troncos compartían una base común, mientras que el otro estaba separado de sus hermanos. No era un árbol nada fácil, ya que presentaba una serie de dificultades técnicas que no eran nada fáciles de resolver.

    Os muestro la planta antes de la entrada al taller para que podáis apreciar el material del que se partió.


Frente del árbol

Parte trasera
    Como se puede observar en la foto anterior, la copa del tronco que está separado del resto se ha envuelto en plástico. Parece que su propietario era una de las pocas cosas que tenía claras: ese tronco no entraría en el diseño de la planta. De todos modos había que esperar a ver cual era la opinión de Luis.

RESOLUCIÓN DE LA MARAÑA

    Cuando el material le fue presentado al maestro de hoy, Luis no pudo decir otra cosa que:

    - ¡ Esto no es un árbol, esto es una venganza !

    Lo que despertó las risas de los allí presentes.


     
    En especial las de Chuchiño, su feliz propietario.


    Tras estos primeros momentos de distensión Luis confirmó que, como ya estaba previsto, el tronco que antes estaba envuelto no entraba en el diseño. Era necesario eliminarlo, así que se lo mandó cortar. Sin embargo estuvo Kingii fino en ese momento, apuntando la posibilidad de poder separar la planta, que no iba a ser utilizada, para generar otro árbol independiente, con sus propias raíces de las que alimentarse. Así, tras aceptar la propuesta tanto maestro y propietario, hubo que ponerse a escarbar para localizar la zona del cepellón por la que se podría separar de sus hermanos.


    Una vez localizada la zona idónea de separación había que proceder a ejecutar la misma. Así que valiéndose de una sierra se llevó a cabo el corte.


    Una vez separada la nueva sabina, quedó de manifiesto que poseía suficientes raíces como para no tener problemas de enraizado.



    Las raíces de la nueva planta eran finas, lo que dificultaba la sujección de la misma a la maceta. No aguantarían el alambre, así que se metió un tornillo para que sirviese de anclaje del alambre.


    Este trabajo lo llevaron a cabo Kingii y Leo, que echaron una mano a quien lo necesito en todo momento.


    La nueva planta se dispuso en una maceta de plástico, pero de las que imitan la forma de las macetas de bonsái. Se plantó en pomice y se amarró bien al fondo de su nuevo contenedor. A continuación se regó copiosamente, hasta verificar que el agua salía clara por los agujeros de drenaje.


    Dejamos a un lado el nuevo árbol y retomamos los trabajos en el protagonista de hoy. Obviamente lo siguiente que había que hacer era rellenar el hueco creado al sacar uno de los troncos. Así que, por la vía rápida, Chuchiño volcó el sustrato que anteriormente había retirado y luego comenzó a palillar para introducirlo bien entre las raíces que quedaban.

    Una vez retomada la actividad sobre la planta principal Luís decidió cambiar un poco la inclinación de plantado. ¡ De nuevo risas !.


    La verdad es que no sé muy bien a que venía tanta guasa ¿ sería realmente culpa de la sabina o sería debido a que el nene nos ha salido....











...ingeniero ?







    Sí, sí, ingeniero, Chuchiño nos lo dejó bien claro presentándonos su versión customizada de una maleta de bonsaika.


    Al parecer el maletín se le ha quedado pequeño y nada mejor que dos viejas peceras de plástico para realizar una ampliación de la capacidad. Nótese sobremanera el gran avance técnico que suponen los tojinos de amarre entre las diferentes estructuras. ¡ Un "crac" este Chuchiño ! ¡ Saludos cordiales compañero, no me lo tengas en cuenta ! Hay que seguir echando unas risas, que es bueno para la salud.

    Bueno, continuando con el trabajo a Luis le pareció conveniente colocar un tensor que tirase de la primera rama de la izquierda hacia la maceta.


    En la siguiente fotografía le vemos dirigiendo la operación. Cuando se trabaja con material viejo como este, hay que extremar laas precauciones. La cosa se complica porque, si observáis en detalle, la rama tiene buena parte de su diámetro convertido en madera muerta. Es necesario ir lentamente, escuchando los crujidos que se pueden ir produciendo para saber cuando debemos parar.


    Hubo que colocar algún que otro tensor más aparte del anterior. Después de eso se procedió al enrafiado de algunas ramas que habían de ser dobladas en profundidad. La rafia debe colocarse lo más ajustada posible, hasta el límite de llegar a hacernos daño en la mano en algunas ocasiones. Además con la rafia pasa como con el alambre: las vueltas deben ir, al margen de bien apretadas, lo más homogéneas posible. Mirad una instantánea de un tramo que ha colocado Luis para daros cuenta de como debe quedar una rafia bien colocada.



    Como es normal, siguió la colocación del alambre, tarea a la cual también Leo le echó un cable...¡ y menos mal ! porque, auque no lo parezca, había muchas ramas pequeñas para alambrar.

    Cuando se hubo terminado con el alambrado Luis se acerco, tomó una silla que tenía cerca, lió un cigarro y meditó un instante delante del árbol. Después de unos segundos nos dijo:

    - Viendo este árbol ¡ me está entrando una pereza...!

     No era para menos, la verdad es que no era fácil de descifrar...¡ y había tantas ramas para colocar...!

    Bueno, cuando estuvo seguro de lo que iba a hacer comenzó a mover masas de verde: una para aquí, otra que va, aquella que baja...


    Al fondo aún se ven risas ¡ la peña estaba feliz ! La sabina de la risa parece darles cierta felicidad.

    Poco a poco la sabina va cogiendo forma...



FIN DEL TRABAJO

    Aunque ya en la última de las fotografías se puede apreciar como va quedando el ejemplar, os muestro ahora las últimas fotos, una vez finalizado el trabajo.


Frente

Lado izquierdo

    Aun siendo el último árbol del taller en ser terminado, nos quedamos un ratillo más absortos, contemplando con detenimiento los detalles del trabajo que se había realizado durante toda la jornada. Fuera hacía un frío que cortaba el alma, no apetecía salir del local. El calorcito de la lumbre nos había acompañado durante toda la jornada. Se agradece. Nada como un buen fuego en la chimenea para crear un ambiente acogedor e íntimo y, si además estás entre amigos ¿qué más se puede pedir?


   Espero que os haya gustado el trabajo de hoy. Poco a poco, con tiempo para irlos madurando, trataré de colgar todos los demás. Creo que ha sido un día productivo, bueno no lo creo...lo sé.

    Juan Liñares