viernes, 28 de diciembre de 2012

Arbutus I de Carboeiro, el "deseado"

PRESENTACIÓN

    Cuando allá por el año 2.000 Luis Vallejo publicó su libro "Bonsai, escultura y naturaleza" se me iluminó la cara al llegar a su página 206. Allí el autor afirmaba lo siguiente: " El madroño es una de las frondosas perennes más atractivas de nuestro entorno para su uso en jardinería y en bonsái. Es interesante tanto por sus hojas de un verde brillante, sus flores blancas y sus frutos anaranjados, cuyas respectivas apariciones se solapan en otoño, como por su magnífica respuesta a la poda.

    Es una de las especies autóctonas con mayor proyección de futuro en su uso como bonsái".

    Estas palabras, salidas de pluma de una de las personas más reputadas en esta afición, me hicieron creer que era una especie de "adelantado a mi tiempo", no en vano acababa de comenzar a cultivar al protagonista del que tratará la entrada de hoy. Desgraciadamente las previsiones de Luís no se han cumplido, siendo todavía hoy escasísimos los ejemplares de madroño que se pueden ver en exposiciones. No ha cuajado, no sé muy bien porqué, pero no se ha ganado la simpatía del aficionado medio. Todavía a día de hoy no conozco más allá de media docena de ejemplares de cierto empaque, repartidos por el territorio nacional.

    El trabajo que tocaba en esta ocasión era totalmente rutinario, un trabajo de mantenimiento en toda regla, pero que no se debe descuidar si queremos que la progresión del ejemplar continúe.

    El aspecto de la planta antes de ser trabajada resultaba, cuando menos, algo abandonado. Os lo muestro para que os hagáis una idea.

Parte trasera

Lado derecho

Lado izquierdo

Frente del madroño


EL DESARROLLO DE LAS TAREAS

    Una toma de detalle de la superficie del sustrato ya nos puede dar una idea de buena parte del trabajo que deberemos acometer.


    Como véis hay malas hierbas que deberemos arrancar, todavía permanecen sobre la superficie las canastillas de abono, inútiles ahora...


...y que será necesario retirar.


Fijaos las marcas que quedan en el sustrato en los lugares en los que antes estaban las canastillas. Ahí no cre el musgo, pero en ocasiones sí encontramos raices del propio árbol o incluso algún gusano, como el de la foto.


    El musgo también comenzaba a ser un problema, invadiendo buena parte del nebari, algo de la parte baja del tronco, etc.


    En el nebarí incluso hay embutida una piedra, que acompaña al árbol desde su vida salvaje, que ahora no se vé por la presencia de musgo y suciedad. Habrá que limpiarla para que se pueda ver.


 Otro problema a resolver es eliminar la capa de verdín que ha colonizado la madera seca.


    Incluso entre las hojas se pueden ver restos de hojarasca enredados, provenientes de otros árboles colindantes. Hay que retirarlos también.


    Alguna ramita seca también aparece entre las hojas. Las podaremos a ras.


    Sobre la corteza viva también habían emergido algunas setas. Debo retirarlas, puesto que no resultan demasiado estéticas ni visualmente dan una imágen de limpieza en el árbol.


    Quizás uno de los defectos más importantes y que juega en contra de la especie para ser usada en bonsái, sea su enorme tendencia a contraer roya. Las hojas se cubren de un montón de manchas, circulares por lo general, de un feo tono negruzco. Un clima como el gallego, con tanta humedad, no hace más que agravar el problema.


    Coincidió además que el año pasado he instalado riego automático en el jardín, parte del cual actuaba en todo el árbol, incluída la copa. Me he dado cuenta de que este tipo de riego es perjudicial para el madroño, contribuyendo sobremanera a la expansión de la roya, sobre todo en verano. Ya sabéis: calor + humedad = caldo de cultivo. Para el año que viene ya tengo diseñado un plan personalizado de riego, sin mojar la copa. Mientras tanto y para atajar el problema que ya tenemos, se ha optado por defoliar absolutamente todo el árbol.


    Luego le he aplicado un tratamiento para rosales específico contra la roya, pero que me funciona muy bien con los madroños. Se trata de que la nueva brotación salga ya sana desde un principio; recordad que ninguna de las hojas afectadas se  puede curar del todo. Se puede frenar el avance de la enfermedad, pero no devolverle un aspecto lozano a hojas muy atacadas por la enferemedad. Por eso, para tener una nueva copa totalmente saneada lo mejor es optar por comenzar de nuevo, en este caso defoliando.

    Lo malo de este procedimiento es que también he tenido que renunciar a algunos racimos de flores que adornaban el árbol.



    Al estar el madroño sin hojas se aprovecho para desalambrar todo el árbol. De este modo podría volver a colocar un alambre nuevo más fácilmente. En la siguiente foto podéis ver ya la primera rama de la derecha alambrada.


Si os fijais bien en la parte izquierda se ve una pinza de color verde, que señala esta rama.


    Como véis, se trata de una rama que no está nada ramificada. Tan sólo es un eje con algunas ramillas en la punta...pero demasiado a la punta. Hay un tramo sin nada demasido largo, como bien se aprecia en la fotografía. Si a esto le añadimos que sale del mismo punto que otras dos ramas...


...es fácil tomar la decisión más sensata: cortar.




FINALIZACIÓN DEL TRABAJO

    Una vez finalizados los trabajos que os he ido enumerando en el apartado anterior, tocaba tratar la madera con líquido de jin. Días más tarde le aplicaré también endurecedor para frenar su degradación. Tras esta operación rutinaria, algunos detalles del árbol ya comenzaban a brillar con luz propia, tal es el caso de la piedra incrustada de la que os había hablado antes...


...la vena viva contratando con la madera muerta, la parte trasera del tachiagari con su impactante madera,


o la poderosa parte frontal de la base de este madroño.


Las imágenes finales del árbol de "cuerpo entero" os las muetro a continuación.


Parte trasera

Lateral izquierdo

Lateral izquierdo


Lateral derecho

Frente

Otra vista del frente bajo la luz de un foco lateral
 Sin embargo estas no van a ser las fotos finales de la entrada de hoy.  No. Terminaré mostrándoos una instantánea de este árbol que data del año 2002, para que os hagáis una pequeña idea de cual ha sido su evolución a lo largo de todos estos años.



Estado del madroño en Septiembre de 2.002, hace 10 años.
    En esta foto todavía estaba en contenedor de madera. De todos modos he de decir que su inicio fue todavía más paupérrimo, puesto que lo que se recolectó era únicamente un tocón, sin ninguna rama ni atisbo de nuevos brotes. Era marzo del 2.000  y al ver su evolución durante todos estos años me da la impresión de que no lo he hecho del todo mal.

    El árbol que os he presentado hoy podría considerarse una "rara avis", uno de esos ejemplares de una calidad media decente pero perteneciente a una especie francamente inusal. Ni que decir tiene que estoy muy orgulloso de lo que he conseguido hasta la fecha, pero prometo enfocar el trabajo de los próximos años en conseguir un refinamiento todavía mayor que me pueda permitir, en el mejor de los casos, presentar al "Deseado" en alguna exposición de primer orden. Será árdua la tarea, pero trataré de disfrutarla a cada paso. Prometido.

Juan Liñares, siempre a vuestra disposición.

Feliz Año 2.013 para toda la gente de buena voluntad

jueves, 20 de diciembre de 2012

La bailarina y el rey carnero

PRESENTACIÓN

    Pablo es un buen aficionado de la comarca de Ferrolterra, al que hemos tenido ocasión de conocer hace algún tiempo y con el que hemos compartido más de un taller en el local de Kingii. Peluquero de profesión y experto pescador de pulpos, se presentó al taller de Vila con un árbol al que ya habíamos tenido ocasión de ver con anterioridad, no en vano se trataba de una Sabina rastrera ( Junierus sabina ) cuyo primer trabajo de formación había sido realizado por Marco Invernizii.

    Contrariamente  a lo que suele suceder, esta sabina nos gustaba a todos los que la veíamos excepto a su propietario, quien siempre se quejaba de que " no le acababa de convencer ". Sin embargo tampoco es que estuviese muy convencido de su propia afirmación. Al menos eso es lo que se desprende al no aceptar ninguna de las propuestas de intercambio que Kingii le lanzó conociendo su "desamor" con la planta.

    El ejemplar se caracteriza por ser poseedor de un porte muy elegante, sutil y dinámico, con la copa reducida a su parte más alta. Sus múltiples curvas y cambios de dirección, con una vena viva entrelazada con la madera muerta son otras de sus señales de identidad, un candidato perfecto para un estilo bunjin.

    Antes de entrar me entretuve un rato tirándole algunas fotografías, que ahora os muestro y entre las que unas pocas son tomas de detalle.





    Lamentablemente ninguna de las fotos que os acabo de mostrar corresponden con lo que luego había de ser elegido como "mejor frente" por Luis. Y es que le dió un cambio bastante importante a la concepción con la que se había realizado su primer trabajo de modelado.

    Algunos detalles interesantes del árbol los podéis ver en la siguiente secuencia:


Una "oreja" cautivadora, con mucho poder de atracción visual.

Un 3 bien marcado

Aquí se puede apreciar la textura de las fibras que forman la madera seca

ASÍ SE HIZO

    Esta sabina, por su elegancia y forma, puede recordar a una bailarina, captada en una de esas increíbles posturas de ballet imposibles de realizar para el común de los mortales. Cuando la planta fue introducida en el local, Pablo escogió justo el lugar presidido por el "Rey Carnero", al que no se le escapa ningún detalle de lo que sucede en ese salón. No había mejor titulo para la entrada.


    Para estabilizar la planta y evitar que se moviese Pablo había dispuesto unos cuantos tensores, que se pueden ver en algunas de las fotos que ya he colgado. Cuando Vila comenzó a analizar la planta dijo que había que utilizar un sistema mucho más discreto para realizar ese cometido, tanto alambre por en medio nos iba a complicar el trabajo. Así que primero se eliminaron todos y luego se dispuso un tornillo en la parte más cercana al borde la maceta. En ese lugar ya había sido taladrado un agujero por el que pasaba alguno de los antiguos tensores. Utilizando el tornillo, el agujero y un trozo de alambre se ideó un anclaje muchísimo más discreto, que hacía su función a la perfección y que iba a permitir trabajar con el árbol sin estorbos.



    A continuación comenzó la labor de limpieza de la planta, que en este caso no suponía tanto trabajo ya que no era la primera vez que se hacía. De este modo tan sólo hubo que ir eliminando algunos brotes mal situados que se habían desarrollado durante la última estación de crecimiento. Eso amén de repasar algunas trifurcaciones o brotes inadecuados que habían quedado "olvidados" la vez anterior. Al hilo de este último comentario he de decir que, en ocasiones, se dejan algunas ramas en los primeros modelados, aún a sabiendas de que sobran. Esto se hace para no debilitar en exceso la planta. Siempre tenemos que pensar en que lo principal es la salud del ejemplar y saber hasta donde podemos llegar con los trabajos para que responda bien. Es más, ni decir que ha respondido bien debería ser nuestro objetivo, lo ideal es que podamos deci que "ni se ha enterado".


    Una vez terminada la limpieza Luis propuso un cambio en el ángulo de plantado para enfatizar y resaltar todo el movimiento que atesora. En su antigua posición se desaprovechaba bastante.


    La planta estaba algo alambrada pero, incidiendo en lo que comentaba antes, no se había terminado de alambrar hasta las puntas para que no se estresase demasiado. Esto lo solemos hacer siempre: en su primera formación el árbol no tiene que quedar "de exposición".

    Con el nuevo ángulo de plantación algunas partes importantes tenían que ser enrafiadas para poder ser dobladas, lo que no había entrado en la previsión del diseño inicial. Aquí vemos a Pablo como está comenzando a realizar esta labor.


    Luego, con la ayuda esporádica de Luis, se pusieron a alambrar las ramitas que se habían dejado en la primera sesión de trabajo.


    Aunque la mayor parte de este "curre" lo llevó a cabo el propietario de la planta.


    Al final la sabina, totalmente alambrada, lucía así ante la atenta mirada del Rey Carnero.



    Luís dijo que había que colocar otro tornillo en el tronco para diponer un tensor, así que eso fue lo que Pablo hizo mientras él atendia a otros asistentes. También colocó el gato a la espera de que volviese a tocarle el turno para que fuese Vila el que le diese el "apriete".


    Al rato Luis, con su inseparable cigarrillo de liar entre los labios, tomó las riendas de esta operación.


    Como el alambrado ya había terminado, se consideró importante colocar la sabina en su nuevo ángulo de plantación. Esta posición era francamente inestable, sobre todo teniendo en cuenta que la base de la maceta es redonda, lo que podría dar lugar a que rodase. Por ello se utilizaron unas cinchas de amarre para que no ocurriesen incidentes francamente desagradables durante la colocación de las ramas.


    Poco a poco la silueta de la masa verde iba cambiando, la mano del maestro comenzaba a demostrar porqué estaba allí.


    Al finalizar la imágen del árbol había cambiado, su concepto ( "lo importante es el concepto", como decía Manquiña) ya no era el mismo. Una nueva idea había visto la luz para este ejemplar. Las imágenes de la sabina, ya terminado el taller, dan buena fe de lo que cuenta quien relata.

Parte trasera de la sabina
Lateral izquierdo
Frente

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   Una nueva travesía concluye. El capitán se despide de su tripulación en la pasarela de salida. Espera volver a verlos a todos en la próxima marea, que tal vez pueda volver a ser tan productiva como esta ¿ quién sabe ?

Juan Liñares