miércoles, 29 de mayo de 2013

Derechito, derechito: Chokan, el más formal de los estilos erectos.

INTRODUCCIÓN

    Este estilo se presenta ante nosotros con una dualidad un tanto contradictoria. Así por un lado, puede parecer el estilo más fácil ya que es el que más estrictamente regido está por una serie de normas de formación. Sin embargo esta primera impresión es engañosa, porque la vedadera dificultad del Chockan está en encontrar un material idóneo para llevarlo a cabo. Al ser un estilo en el que las proporciones están perfectamente definidas, cualquier desviación de las mismas se presentará como un defecto ante nuestros ojos. Es por ello, considerando este punto de vista, muy difícil de llevar a la perfección.

    Pensar en recuperar un árbol que se nos adapte a Ereto Formal es poco menos que una quimera, aunque casualidades siempre se pueden presentar. Aún dejando un hueco a la esperanza diríamos que esta no es la mejor forma para obtener un buen candidato. Por otro lado, recurrir a material de vivero para lograr nuestros propósitos tampoco va a ser un sistema que nos pueda aportar mucha "materia prima", aunque es evidente que si compramos ciertas plantas, como Coníferas jóvenes, por ejemplo, podemos encontrar alguna que se adapte. Esta dificultad para conseguir material adecuado es lo que ha llevado a que muchos cultivadores recurran al cutivo desde semilla o desde esqueje para tratar de llevarlo a cabo. Es un sistema lento, indudablemente, pero es el método que nos ofrece un perfecto control sobre la planta en todo su proceso de desarrollo.

    Los bonsái modelados en estilo Chokan vienen a represetar a aquellos árboles que crecen en un buen terreno, que han estado bien alimentados y que no sufren los embates de una Naturaleza hostil. Podríamos decir que representarían al árbol perfecto, sano, erguido, majestuoso,...

    No todas las especies son adecuadas para ser modeladas bajo las directrices de este estilo. Más bien todo lo contrario, sólo unas pocas Coníferas y Caducifolias podrían ser consideradas como candidatos idóneos.


    El estilo Erecto Formal podría ser visto como el más artificial de todos los existentes en el modelado de los bonsái. Como ya dijimos, es una idealización de un árbol perfecto pero, en la Naturaleza, el árbol perfecto no existe y no tanto por la forma y porte erguido del tronco, sinó más bien por la rígida distribución de ramas que este estilo requiere. En realidad el estilo Chokan es una idealización que un día tuvo una mente privilegiada y que nos ha sido transmitida de generación en generación. Cualquier nuevo árbol modelado en este estilo no deja de ser un pequeño homenaje a ese ser anónimo "inventor" del mismo. Es, mirándolo bien, el estilo menos creativo ya que cualquier desviación de las reglas básicas ocasionaría que el árbol dejase de ser encuadrado en el mismo. Cuando algún aficionado trata de crear un nuevo Erecto Formal no está aportando ninguna innovación al mundo del bonsái, lo único que hace es tratar de reproducir un patrón utilizando incluso para ello la regla y el cartabón. Cualquier desviación de las normas básicas encasillarían al árbol en cualquier otro estilo diferente.

REGLAS DEL ESTILO

    Pasemos pues, tras esta pequeña introducción, a ver cuales son los puntos esenciales en el modelado de este estilo:

    1º) El tronco ha de ser perfectamente recto, lineal, sin el más mínimo atisbo de curva. Ha de tener una conicidad lo más perfecta posible. De este modo constará de una base ancha, que dé sensación de poderío y, paulatinamente, se irá reduciendo su diámetro conforme nos acerquemos al ápice del árbol.


    2º) Una cuestión muy importante en este estilo es también la existencia de un nebari poderoso, radial, cuyas raíces irradien en todas direcciones hundiéndose muy suavemente en el sustrato. En este sentido la existencia de raíces que se hunden de manera repentina ha de ser evitado o corregido en la medida de lo posible. Por otro lado es deseable también que las ráices situdas hacia el frente del árbol sean ligeramente más cortas que las laterales y traseras con el fin de realzar la sensación de perspectiva.


    Respecto al grosor de las ráices superficiales, este ha de estar en sintónía con el calibre del tronco, no debiendo ser excesivamente gruesas ni finas. Otra cuestión a tener en cuenta es que no exista una escesiva diferencia entre el diámetro de las mismas. Es deseable por la contra que todas ellas tengan un grosor semejante, aunque no igual, ya que podría infundir una idea de repetitividad.

    Al igual que pasa con las ramas, evitaremos que las raíces frontales se dirijan directamente hacia el "ojo del observador".

    3º) Otra cuestión a la que se le da mucha importancia en bonsái, pero más en este estilo, es la calidad de la corteza. En el estilo Chokan ha de mostrarse vieja, que de sensanción de un árbol cnetenario y poderoso.


    4º) Sobre la altura ideal que ha de tener el bosnái, se acepta que ésta debe de ser 7 veces el diámetro del tronco.

    5º) La altura a la que deben aparecer las primeras ramas se sitúa entre 1/5 y 1/3 de la altura total del árbol. En este estilo, por el hecho presentar un tronco totalment recto, sin movimiento, se prefiere una primera rama más baja de lo normal y, desde luego, más baja que en otros etilos. El movimiento del tronco no es un elemento a destacar, de ahí que una colocación muy baja de las primeras ramas se lleve a cabo con el fin de que esto pueda pasar un tanto desapercibido o mitigado.

    6º) Las ramas, al igual que el tronco, han de tener una clara conicidad, siendo más gruesas cuanto más cerca estén del tronco y más finas conforme se alejan del mismo.

    7º) Es deseable que las ramas crezcan de manera horizontal, permitiéndose tan sólo en la zona del ápice que las ramitas crezcan ligeramente hacaia arriba.


    8º) La ramificación secundaria, terciaria, etc. debe disponerse de manera triangular y apuntando ligeramente hacia arriba, consiguiendo de este modo no dar la sensación de una rama plana, sin volumen. La anchura de las masas, en su parte más ancha, debería ser aproximadamente la mitad de su longitud.

    9º) Las ramas frontales no aparecerán hasta el último cuarto de la altura del árbol. Dado que debemos buscar troncos poderosos, con una buena conicidad y con corteza añosa, debe ser mostrada, nunca ocultada. Por ello no aparecen ramas frontales hasta la parte más alta del bonsái.


    10º) La primera rama se situará bien a la derecha o a la izquierda del árbol. Ha de ser la rama más poderosa, la más gruesa y larga. Aunque su situación es lateral debe tener una ligera inclinación hacia adelante.

    11º) La segunda rama lateral saldrá en el lado contrario a donde lo hace la primera. Como en el caso anterior también estará ligeramente desplazada hacia delante. Visto el árbol desde el frente ambas ramas deben recordarnos a una persona que se dirige hacia nosotros con los brazos extendidos y dispuesta d darnos un abrazo. Naturalmente la segunda rama lateral ha de ser de menor calibre y longitud que la primera.

    12º) Entre las dos ramas nombradas con anterioridad, habremos dejado también una rama trasera, que será la encargada de darle profundiad a la composición. De este modo las sucesivas ramas prodríamos decir que se van disponiendo en tríadas: derecha, trasera, izquierda, derecha, traser, etc. Así hasta llegar a la zona en la que comienzan a aparecer ramas frontales.

    13º) Absolutamente todas las ramas del árbol irán disminuyendo tanto en calibre como en longitud a medida que nos acercamos al ápice.

    14º) La distancia entre las ramas también irá siendo cada vez menor conforme nos aproximamos a la cima del árbol.

    15º) Visto desde arriba el conjunto ha de mostrar ramas dispuestas en todas la direcciones, evitando que unas se supoerongan sobre otras y evitando también espacios vacíos.

    16º) Los árboles modelados en este estilo suelen presentarse plantados en tiestos de lineas simples, sin esmaltar, de colores más bien oscuros y casi siempre de forma rectancugular. La profundiad del tiesto no deberá ser superior al diámetro del tronco en su base, siendo deseable incluso que sea un poco inferior, y su longitud será de aproximadamente 2/3 de la altura total del árbol. El árbol no se situará en el cetro de la maceta, sino algo desplazado del mismo ( aunos 2/3 de la longitud total de la misma).


    17º) Es frecuente que se recurra a la creación de algunos jines y sharis con el fin de reforzar la apariencia de vejez del árbol.

jueves, 23 de mayo de 2013

Shakan: el estilo inclinado

INTRODUCCIÓN
    Un debate mantenido ayer en un conocido foro de bonsái me ha hecho darme cuenta de que mi blog carecía de una parte muy importante: la teórica. La conversación versaba, concretamente, sobre uno de los estilos utilizados en bonsái: el estilo inclinado o shakan.  
    Con el firme convencimiento de que debería hacer algo para solucionarlo, recordé que hacía tiempo había redactado algunos artículos que versaban sobre algunos de los estilos más útilizados en bonsái. Lo había hecho para colgarlos en otro foro de bonsái. Ahora los retomo y los iré colgando de vez en cuando, intercalados con los trabajos sobre los árboles.
    Como no podía ser de otro modo y con la disculpa del debate antes mencionado, comenzaré con este estilo: el shakan.
   
Estilo SHAKAN (Inclinado)

    Se trata este de un estilo dinámico e inestable que, por alguna razón, no es demasiado popular entre los aficionados. Realmente es un estilo relativamente simple y al que podría adaptarse un buen número de árboles. Es muy posible que sea precisamente esa sensación de inestabilidad, de potencial e inminente caída, la que nos produzca un cierto grado de rechazo hacia él.
    Los bonsáis que se modelan utilizando este estilo como patrón, tratan de reproducir a aquellos árboles que en la Naturaleza, les ha tocado vivir en unas condiciones difíciles, unas condiciones que le han obligado a inclinarse para poder adaptarse a ese medio hostil. Al observar los paisajes de alta montaña en los que existe una clara dominancia direccional de los vientos reinantes, solemos encontrarnos con árboles inclinados en esa misma dirección. Otros lugares en los que se pueden ver este tipo de formas es en determinadas zonas de acantilados, en las que los árboles, que sobre las rocas hunden sus raíces, se ven obligados a inclinarse en busca de la luz evitando, de este modo, el rozamiento de sus copas con las masas rocosas situadas por encima de ellos. Existe, finalmente, otra circunstancia en la que se pueden llegar a inclinar los árboles en la Naturaleza, esta circunstancia es aquella en la que se producen corrimientos del terreno (suelos inestables) que provocan una inclinación mecánica del árbol. Esta inclinación puede provocar, en muchos casos, la muerte del vegetal pero, en otros, éste sobrevive, no sin adaptarse a su nuevo modo de vida.
    Algunas de las características importantes a tener en cuenta a la hora de formar un bonsái en este estilo son las siguientes:
    1ª) Para que un árbol sea considerado dentro de este estilo, no basta con que sea inclinado sino que, al trazar una recta desde el ápice y perpendicularmente a la horizontal , ésta debe de caer lejos de la base de raíces. Es necesario hacer constar esta salvedad pues en muchos casos, a pesar de existir un tronco con un cierto grado de inclinación, este requisito no se cumple, no pudiendo, en dichos casos, ser englobado el bonsái en esta categoría.

    2ª) Como en otros estilos "no verticales" la disposición del nebari juega un importante papel en la "credibilidad" del trabajo. Las raíces situadas en la parte interna de la inclinación han de ser más cortas pues en la Naturaleza estas raíces están sometidas a fuertes tensiones y compresiones que limitan su desarrollo. Por la contra las que están situadas en el lado externo de la inclinación han de ser fuertes y más largas, ya que serían las encargadas de sujetar el árbol al suelo y mantenerlo anclado, impidiendo que se produzca su caída. Este hecho juega un papel muy importante a la hora de equilibrar visualmente el conjunto. En caso de carecer de un nebari que reúna las características adecuadas, se suele recurrir a un pequeño truco consistente en amontonar algo de tierra en el lado opuesto a la inclinación, y que tendrá como finalidad contrarrestar el excesivo peso visual que pueda tener la copa.

    3ª) Las ramas que crecen hacia el lado contrario a la inclinación suelen descender hacia la horizontal, mientras que las que lo hacen hacia el mismo lado serán, además de horizontales, más cortas.


   4ª) La forma de los troncos de los bonsáis entrenados en estilo inclinado puede ser de lo más diversa, desde troncos casi completamente rectos a otros que muestren diversas curvas.


    5ª) La plantación de estos árboles en el tiesto ha de hacerse de tal modo que la base del tronco quede desplazada hacia el lado contrario a la inclinación consiguiendo, de esta manera, que la mayor parte del volumen del árbol caiga sobre la superficie de la propia maceta.



    6ª) Aunque ya se ha hablado de cómo dar estabilidad al árbol cuando se ha tocado el tema del nebari, ésta también se puede reforzar y mucho trabajando adecuadamente con las ramas. De este modo tenemos que, dependiendo de hacia dónde se dirija la primera rama del árbol y su importancia, podemos encontrarnos con los siguientes modelos:

        a) Árbol en el que la primera rama está orientada hacia el lado de la inclinación. Esto da una cierta inestabilidad al conjunto y suele usarse en determinadas Coníferas de troncos rectos. De todos modos este modelo denota que la inclinación del árbol se acaba de producir y que a la planta todavía no le ha dado tiempo de adaptarse a esta eventualidad.


        b) Otro grupo de árboles son aquellos que poseen su primera rama en la dirección contraria a la de caída. Este es uno de los modelados a los que más se recurre ya que se logra un reparto del peso visual que confiere al bonsái una sensación de mayor estabilidad. Por lo general esta primera rama es de mayores proporciones que las demás debido a diversas causas, entre las que tenemos: que aporta una mayor estabilidad y que recibe mayor cantidad de luz que las ramas situadas en el mismo lado de inclinación.


        c) Otro modelado muy efectista y bonito, aunque raro de ver, es aquel en el que la primera rama, a pesar de estar situada en el mismo lado de inclinación del tronco, dirige su ápice hacia la base del mismo, es decir, vuelve hacia el nacimiento del árbol, hacia el nebari.

        d) Aun existe un último modelo que es el de aquellos árboles en los que la primera rama es frontal. naturalmente sin apuntar a los ojos de quien la observa, y se extiende a ambos lados del tronco. Este es un estilo en desuso, puesto que la adopción de una rama frontal como primera rama parece no gozar de la aceptación por parte de los aficionados.
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    Hasta aquí la entrada de hoy, espero que os haya gustado y que le pueda ser útil a alguien. Las fotos, en esta ocasión, no son mías, por eso no van firmadas. Las he bajado de la red.

    Os espero en la siguiente aventura, no faltéis que el capitán tiene fama de ser bastante cascarrabias y no espera por ningún marinero.

    Juan Liñares

lunes, 20 de mayo de 2013

Lo que el viento se llevó

    La verdad es que estos días no he estado haciendo mucha cosa con los árboles, por lo que no os puedo enseñar demasiado. La entrada de hoy no va a ser tan extensa como de costumbre, pero tenía algunas fotos de un imprevisto que me ha ocurrido y he decidido compartirlo con vosotros.

    El caso es que hace tres semanas hubo por esta zona un temporal de viento que ha causado un pequeño trastorno en uno de mis árboles. Antes de continuar tengo que decir que tengo todos los ejemplares, que están en maceta de bonsái, amarrados con alambre a los bancos de cultivo. Sin embargo esto pareció no ser suficiente en el caso que nos ocupa.

    Fue mi madre la que me dió la voz de alarma, advirtiéndome por teléfono de que a uno de mis arbolitos lo había tirado el viento. Cuando le pregunté cual era no daba crédito:

    - ¡Pero si a ese lo tenía amarrado con alambre! ¿Estás segura de que es ese árbol y no otro?

    - Sí Juan, es ese ábol, la fuerza del viento reventó el alambre y tiró el árbol al suelo.

    Dado que hasta el día siguiente no podía ir a comprobar los desperfectos, lo que siguió a  este diálogo fue una serie de instrucciones encaminadas a salvar la planta.

    - Mamá - le dije - no le toques al árbol, déjalo tal cual en el mismo lugar en el que cayó. Cojes la manguera y le mojas bien todas las raíces, a continuación le echas una toalla vieja por encima y luego lo vuelves a regar hasta que esta última esté completamente empapada. Mañana ya iré yo a ver lo que se puede hacer.

    Como comprendereis lo de remojar las raíces era para evitar su deshidratación, lo de echarle una toalla por encima para evitar que se volviesen a secar en un plazo breve de tiempo y el de empaparla bien cumplía un doble objetivo: ayudar a mantener la humedad durante un periodo de tiempo más largo y dotar de peso a la toalla para evitar que se la llevase el viento.

    Por cierto, que al árbol en cuestión, ya lo conocéis: se trata del Prunus incisa del que ya os he hablado en una anterior entrada.

    Al día siguiente el panorama que me encontré fue este:



    Y al levantar la toalla lo que había debajo era esto:


    El cepellón todavía estaba agarrado a los restos de la vieja maceta por los alambres de anclaje, así que, con mucha precaución, lo liberé:


    No siempre coincide bien, pero en esta ocasión se dió la circunstancia de que disponía de una maceta que, por dimensiones y forma, también le iba bien a la planta. Afortunadamente, un problema menos.


    Como es lógigo, dispuse nuevos alambres para volver a asegurar bien al Prunus una vez estuviese plantado de nuevo.


    El sustrato que tenía el árbol era nuevecito, de este mismo año, así que no era cuestión de desperdiciarlo, se aprovechó en la medida de lo posible.


    Primero se echó una buena cantidad en el fondo de la maceta...


...y luego se colocó y amarró el ejemplar.


    Luego se fue rellenando con algo más de sustrato, a la vez que se palillaba. Al estar la tierra húmeda es mucho más complicado llevar a cabo este trabajo, por lo que suelo recurrir a la ayuda del chorro de agua para introducirla bien en todos los huecos. Poco a poco se fue rellenando. Como la anterior maceta era un poco más profunda que esta, hubo que diponer el sustrato un tanto elevado en el centro, tal como se aprecia en las últimas fotos.



    Al no tener pensado hacer una nueva entrada a partir de este trabajo, no dispongo de más fotografías, pero para que os hagáis una idea aún se rellenó un poco más la maceta y, por supuesto, he vuelto a amarrar el árbol al banco de cultivo. En esta ocasión he utilizado dos alambre de sujección en lugar de uno, espero que Eolo no nos depare más imprevistos.

    Como ya comenté al principio, han pasado tres semanas desde la caída del árbo y, hasta la fecha de hoy, no se ha reentido lo más mínimo. Me da la impresión de que ni se ha enterado, claro que ha habido que reaccionar a tiempo y tomar las medidas de precaución oportunas. Quizás sea esta la moraleja de la historia que hoy he traído hasta vuestras pantallas, espero que haya resultado de utilidad para alguien.

    Os espero en la siguiente aventura, no faltéis.

    Juan Liñares

martes, 7 de mayo de 2013

El tarugo

INTRODUCCIÓN

Año del Señor de 2.008, febrero, en un perdido rincón del noroeste.

    Fue subiendo aquella empinada pendiente hasta el coche cuando me comencé a arrepentir de lo que acababa de hacer. Aquel viejo tarugo que había recogido junto al río, provocaba que mis pies se hundiesen en el terreno a pesar de estar totalmente seco. Sus más de cuarenta kilos de peso hacían mella en mi espalda, en mis piernas y hasta en mi ánimo. Es de esas cosas que te pesa haber hecho pero que, una vez iniciadas, necesitas finalizar porque de lo contrario el trabajo realizado hasta entonces no tendría recompensa.

    Conseguir desarraigar aquel gigante me había llevado toda la jornada. Tanto fue así que después de cinco horas de duro trabajo mañanero, me fuí para casa a almorzar. Tenía en mente volver por la tarde para finalizar lo que había dejado a medias, cosa que hice, obviamente. Tras el reinicio, no me demoró demasiado tiempo contemplar al gigante rendido a mis pies.

    Una vez estuvo en el maletero había que volver a recuperar las herramientas. ¡ Por Dios Santo que estuve en un tris de dejarlas abandonadas a sus suerte ! Tal era el grado de agotamiento que casi prefería adquirir otras que bajar de nuevo a por aquellas. Pudo la razón, me lo tomé con más tranquilidad y en media hora ya estaba de nuevo junto al coche con ellas.

    Llegados a este punto, aquel que piense que se terminó ahí la odisea comete un error de cálculo importante. Ya en casa me dí cuenta de que ninguna de las macetas que tenía me serviría, así que había que improvisar. Tampoco tenía madera para construir un cajón a medida. Comenzó entonces un periplo que me llevó por distintos viveros hasta conseguir un tiesto que diese cavida a todo el cepellón. No fue fácil, sobre todo si se piensa que el diámetro de la base tenía 60 centímetros. Naturalmente la parte que iba a quedar enterrada todavía necesitaba una mayor dimensión. Como consecuencia me vine para casa con un macetón de barro de un metro de diámetro. Sólamente el peso de la cerámica ya no era para cualquiera.

    Al fin el "tarugo" estaba plantado, ahora ya sólo era cuestión de rezarle unos cuantos Padrenuestros.



...Y EL TIEMPO FUE PASANDO

    Afortunadamente el Aliso respondió bien, brotando con fuerza en primavera. En la estación estival le puse un plato debajo para que siempre tuviese un remanente de agua a su disposición. Al llegar septiembre el ejemplar mostraba el aspecto que se observa en la fotografía que sigue.


    En el 2.009 reduje la longitud de los brotes, era enero y también aproveché para trasplantarlo a una maceta de bonsái de tamaño bañera. Al final el árbol se mostraba así.



    Salvo recortar el exceso de brotación cada año y alambrar el resto en una ocasión, no se le hicieron más operaciones destacables hasta diciembre de 2.011. Como se puede apreciar en la foto que sigue el Aliso había proliferado mucho y ya tenía una ramificación importante, aunque no había sido trabajada.



   Volví a reducir la longitud de las ramas, dejándolas tal y como se aprecia en la siguiente fotografía.


    En ese momento decidí intervenir un poco más en profundidad de lo que lo había hecho hasta entonces. Había zonas de corteza muerta, que todavía permanecían adheridas al tronco...


...y que era necesario eliminar. Así que, con la ayuda de una cuchilla, se fue retirando:


    Hacía tiempo que me venía rondando por la cabeza reducir parte del "tarugo". El árbol había brotado bien, pero lo había hecho por un lugar que dejaba un tocón inservible por encima de la zona verde.


    Era neceario reducir esa zona. Además planeaba hacerlo en bisel, de tal modo que el propio corte me permitiese aumentar la conicidad del tronco. Así que terminé por cortar dos rodajas de madera.


    Con este tipo de corte la disminución del tronco ya era algo más gradual...


    Con la misma herramienta que hice el recorte, realicé también unas incisiones en vertical, que me iban a permitir desdibujar el antiestético aspecto plano que presentaba el tronco en su zona superior.


    Una parte de la madera muerta estaba francamnte deteriorada. Si a eso añadimos que me convenía reducir el diámetro del tronco, se comprenderá que no dudase en eliminar una buena porción del mismo.



   Naturalmente para este tipo de trabajos necesitamos ¡ herramientas de precisión... !


    Comenzamos a separar el trozo descartado...


...hasta conseguir que se desprenda completamente.


    Aquí también la zona de corte habrá de ser trabajada para disimular la intervención. Se aprovechó la motosierra para hacerlo, afinando despues con otras herramientas, tanto manuales como eléctricas.


    Además de darle un recorte general a la ramificación también se aprovechó para eliminar completamente alguna rama antiestética.



ACTUALIZACIÓN

    El tiempo ha vuelto a pasar y llegamos a marzo de este año 2.013. Este ejemplar siempre responde bien, brotando con fuerza en la estación vegetativa. Buena prueba de las anteriores palabras es la siguiente imágen que os muestro.


    La madera muerta nunca había sido tratada, así que, si quería mantenerla en el tiempo, habría que comenzar a prestarle algo más de atención. Lo primero era limpiarla adecuadamente, no podemos aplicar productos sobre una base sucia. La limpieza ha de se enérgica para arrancar no sólo la suciedad, sinó también aquellas zonas podridas que aún alberga la madera. Para ello volvemos a recurrir a la maquinaria de precisón, el Aliso ya comenzaba a temblar con lo que se le venía encima.


    Este era el aspecto antes de la limpieza con la hidrolimpiadora:


    Y este otro tras terminar el trabajo.




   Tenía pensado trabajar la copa este año, antes de que brotara. Sin embargo la vorágine de los trasplantes ha hecho que se tuviese que posponer. Este pasado fin de semana, ya totalmente brotado, el ejemplar lucía una copa verde, desordenada y amplia.



    Como se puede observar la vegetación ya estaba totalmente desarrollada...o casi.


    Sin lugar a dudas la cosa que más me gusta de esta afición es tener la oportunidad de compartirla con amigos. Afortunadamente para mí, dos de ellos, Carlos y Santi, se prestaron voluntarios para venirme a echar una mano al saber que le iba a "meter mano" al "tarugo", y es que ¡había trabajo para todos!

    Lo primero fue eliminar algunas hierbas que crecían sobre la superficie del sustrato.


    A continuación se comenzó a defoliar todo el árbol.


    Mis dos ayudantes en plena faena.


    Y aquí los tres mosqueteros.


    A estas alturas de la película ya os habréis dado cuenta de que el árbol se ha trabajado "in situ", no era necesario andar cargando con semejante "bacalao" sin necesidad.

    Al final tan sólo se han dejado algunas pequeñas hojitas, el resto se ha eliminado todo. Es importante ser meticuloso con el trabajo, aquí Santi y Carlos retiraban algunas hojas que habían caído sobre el sustrato.


    Carlos continúa retirando hojas mientras Santi elimina pequeños muñones de años anteriores.


    A la madera, como suelo hacer al tratarse de un caduco, le hemos dado una capa de líquido de jin rebajada a la cuarta parte.


    Estuvimos alambrando hasta que cayó la noche. Al final ni con luz artificial conseguíamos ver lo suficiente como para terminar el trabajo, así que hemos tenido que dejarlo. Poco faltaba para completar esta fase, así que con la luz de un nuevo día me tocaba a mí sólo finiquitar la labor. Cuando hube terminado tiré algunas fotos para que pudiéseis ver la pinta de erizo que presentaba el ejemplar.



    Al fin era hora de dedicarse a la parte más artística del trabajo: el modelado. Así que con paciencia y un banco para no cansarme me puese manos a la obra.




EL FINAL

    Creía que sería cuestión de poco tiempo colocar toda la ramificación, pero al final me llevó más de dos horas. Confieso que soy bastante quisquilloso con estos temas, así que a otra persona tal vez le llevase bastante menos.

    En esta ocasión las fotos no permiten una apreciación tan nítida como en otras entradas, el fondo distrae la atención y os pido disculpas por ello. Si entre tres no movimos el árbol no iba a hacerlo ahora yo sólo. Al final es aspecto de este Aliso es el que os paso a mostrar en la siguiente serie.


Frente del árbol

Frente, de nuevo y más cerca

Lado derecho
Parte trasera
Lado izquierdo
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     No suelo hacerlo, pero en este caso no he podido reprimirme a echar mano del automático de la cámara de fotos. Esta opción me ha proporcionado la posibilidad de posar junto a la obra, orgulloso de lo conseguido hasta ahora. Espero me perdonéis el atrevimiento, lo más importante siempre son los árboles.


    Pues hasta aquí ha dado la entrada de hoy, espero que os haya gustado este viaje por la vida del "tarugo". Soplan vientos lejanos que traerán, sin duda, nuevas etapas en nuestra formación como aficionados. Esperando que la marea haya sido de vuestro agrado recibid un fuerte abrazo marinero.

    Juan Liñares