viernes, 15 de abril de 2016

El largo

INTRODUCCIÓN


    El alcornoque del que os hablaré hoy lleva dos años conmigo. Llegó a casa después de una recolección algo complicada y sin demasiada cantidad de raíces. Me llamaron la atención las sinuosidades que describía el tronco, así como su vieja corteza. Os lo muestro en ese momento, aún sin plantar:




    Sin embargo el ejemplar tiene dos defectos que le restan algo de valor. Uno de ellos es su excesiva longitud, de ahí el título de la entrada, y el otro su escasa conicidad. Naturalmente el primero tiene fácil solución, el segundo no tanto.

PRIMERA PLANTACIÓN


    Una vez sacado el fleje que protegía las raíces, puede comprobar que había un buen trozo de ellas que apenas tenía dos pelos capilares mal contados. No quería tocar el cepellón porque sabía que la cantidad de raicillas con las que había salido era mínima, pero sin embargo me animé a eliminar este trozo que, bajo mi punto de vista, no tenía ninguna trascendencia en el futuro del árbol.



   Bien mirado, ese resto de raíz casi podría haber dado un bonsái independiente. De todos modos no lo aproveché, por si os lo preguntáis. Para los curiosos que se pregunten por la edad del ejemplar, tal vez esta imagen les pueda servir para contar anillos de crecimiento...


    No me entretuve demasiado haciendo fotografías en ese momento, mi prioridad era plantar el alcornoque lo más pronto posible.

    Tenía en el almacén una maceta de terracota italiana de unos 90 cm. de diámetro que decidí emplear en esta ocasión. Necesitaba que llevase una gran cantidad de sustrato para estabilizar la planta, de otro modo se caía. Al cabo de un rato la plantación había finalizado y el aspecto que presentaba el ejemplar lo muestro en las siguientes fotos:





        Como podéis ver hay algunos frentes potenciales mejores que otros, pero la verdad es que de momento eso no importa demasiado. Toca centrarse en el enraizamiento. El sustrato utilizado fue akadama de grano grueso mezclada con un poquito de mantillo procedente de la zona donde vivía el ejemplar. Los que me seguís ya sabéis de mi manía por facilitar el micorrizado de los Quercus aportando algo de tierra de una zona en la que crezcan ejemplares de la misma especie.

    Se observa también en las fotografías anteriores, que puse un poco de musgo de fibra larga en los lugares en los que las raíces del alcornoque estaban más cerca de la superficie. La función era clara: mantener la humedad, favorecer el enraizamiento y proteger esas raicillas tan necesarias.

TRASPLANTE


    De siempre los mayores problemas que he tenido con alcornoques se me han presentado al trasplantar árboles avanzados en su formación. Parecen tener facilidad para enraizar troncos, aun sin haber dejado ningún follaje ni ramificación, como en este caso, pero que les cuesta mucho más cuando tienen una copa algo voluminosa. La solución que he encontrado para esta situación es defoliar antes de trasplantar. De este modo se puede aprovechar también para ordenar la ramificación con alambre.


    En el caso que nos ocupa hoy el ejemplar se portó a las mil maravillas, habiendo brotado por todo el tronco sin control. En marzo hizo ya dos años desde que lo traje y la joven brotación se había dejado crecer libremente para aumentar el vigor de la planta. El aspecto que presentaba era el que podéis ver en la fotografía inferior.


    Pese a mis esfuerzos en prevenir que el viento no lo tumbase, fue inútil y hubo un momento en el que me vi obligado a colocar un adobe para que le sirviese de apoyo y evitase que siguiese cayendo.


    Como ya comenté anteriormente, el mes pasado decidí trasplantarlo. El tremendo macetón en el que había conseguido que se recuperase ya no me servía, era totalmente inmanejable por una sola persona y el hecho de que careciese de cualquier asa o reborde por el que poder asirlo hacía que, incluso entre dos, se hiciese muy difícil moverlo.

    Con este ejemplar en concreto me he llevado una sorpresa muy agradable al desenterrar nuevamente el cepellón. La experiencia que tengo me indica que no suele ser un árbol que desarrolle muchas raíces. En este sentido le pasa un poco como a las encinas, que suelen tener copas que proliferan mucho y raíces algo pobres. Pero en este caso no, en este caso el desarrollo radicular fue increíble teniendo en cuenta la especie. Os muestro el cepellón una vez desenterrado, haciendo la puntualización de que parte de él se recortó y quedó oculto en el interior del sustrato sobrante del fondo de la maceta.



    Mi empeño en conseguir una buena micorrización también tuvo éxito y buena prueba de ello son las pequeñas manchas blancas que se pueden ver en la fotografía de detalle inferior.


    Hay que tener en cuenta que la mayoría de las micorrizas se desarrollan entre la pared interior de la maceta y el sustrato, por lo que su presencia en mitad del cepellón es francamente positiva.

    En esta ocasión tenía una maceta de grandes dimensiones preparada para albergar al alcornoque.


    Pero antes de terminar la plantación me entretuve un rato eliminando algún tocón de raíz que no era necesario. Un ejemplo de ello es este que os muestro en las dos fotos inferiores.



    O esta otra raíz que dificultaba una correcta plantación.



    Luego ya sí, planté la pieza este era el aspecto que presentaba.





    Ahora se ve mejor la densidad de la nueva brotación, os la muestro en un plano más corto.


    Claro que no toda ella era aprovechable. Ya os comenté antes que suelo defoliar los alcornoques para trasplantarlos, aunque en esta ocasión preferí esperar puesto que tenía que hacer, primeramente una selección de ramas. Había lugares en los que salían varias del mismo punto y, como es lógico, hay que dejar sólo una.


    Una vez eliminadas las ramas que no iban a entrar en el diseño, el volumen de la copa ya se redujo considerablemente.


    Y las ramas que conservé no quería aprovecharlas en toda su longitud. Las terminé por acortar, así, al tiempo que favorecía la brotación interior en cada una de ellas, también evitaba una excesiva transpiración por parte de una masa de hojas excesiva. Al finalizar estas tareas, el aspecto final del alcornoque había cambiado y se veía bastante desnudo. Os muestro imágenes de como quedó finalmente. Tanto el frente como el ángulo de plantación pueden sufrir ligeras variaciones en el futuro, en todo caso dependerá de por donde diga que quiere tirar la propia planta, ¡ hay que dejar que se expresen !.

Frente provisional
Frente provisional
Lateral derecho
Dorso
Lateral izquierdo
    En circunstancias normales estas serían las fotos que darían por finalizado el reportaje de hoy, sin embargo me dí cuenta, después de terminar, de que no os hablé de que el pasado otoño reduje algo la altura del ejemplar. La verdad es que era alto de más, solo el tronco ya medía 1.20 m. de altura, así que cuando la copa estuviese formada se iba a salir de madre. Le corté unos 30 cm., no sin sentir un poco de pena por perder la última curva, pero con esta decisión espero encasillarlo, una vez formado, dentro de las medidas máximas admitidas para un bonsái. Curiosamente guardé el trozo cortado en su día, así que no me costó mucho hacer la foto que finiquita la entrada y que da una clara idea de la reducción de altura. 


    Ahora a esperar a que el alcornoque vuelva a responder con la fuerza que lo hizo hasta ahora, raíces para ello le sobran. Comento finalmente que no lo he defoliado, contrariamente a mi costumbre, pero es que con todas las ramas que eliminé y la reducción de las que quedaron, el follaje que le quedó era mínimo, como ya habréis notado.

    Espero que os hayáis entretenido con la lectura de esta nueva aventura, cuento con vosotros para la semana que viene. ¡ No faltéis !

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"EL MAR"

¡Quién dijo acaso que la mar suspira,
labio de amor hacia las playas, triste?
Dejad que envuelta por la luz campee.
¡Gloria, gloria en la altura, y en la mar, el oro!
¡Ah soberana luz que envuelve, canta
la inmarcesible edad del mar gozante!
Allá, reverberando
sin tiempo, el mar existe,
¡Un corazón de dios sin muerte, late!
(Vicente Aleixandre)


    Juan Liñares - "El Capitán"

viernes, 8 de abril de 2016

Caballo grande...

INTRODUCCIÓN

    Desde hace algún tiempo fijé mi atención en los quejigos ( Quercus faginea ). No tenía ninguno, aunque algunos ejemplares que había tenido ocasión de ver en vivo lograron transmitirme la seguridad de que se trata de una especie ciertamente interesante para bonsái. La corteza abotonada de los ejemplares más viejos, junto con la reducida dimensión de sus hojas, es lo que más valoro de la especie. Eso amén de su rusticidad, su buena respuesta a los tratamientos de formación y su mayor resistencia a enfermedades que otras especies del mismo género. Luego, claro está, hay que tener la fortuna de encontrar un ejemplar con otras características deseables en este arte: buena base, movimiento, conicidad, etc.

    De la planta que os mostraré hoy ya me habían llegado referencias mismo antes de verlo en vivo. No en vano Alberto ya se había encargado de ponerme los dientes largos enseñándome algunas fotos que había tomado en casa del aficionado que era su propietario. Pero no fue hasta ver la foto que ahora os muestro, que me envenené.


    Y es que para mi esa imagen me aportaba más información de la que en un principio se podría extraer de su simple contemplación, me decía que ya estaba en Galicia, que se encontraba en su casa y que lo tenía a la venta. Poco tardé en ir a verlo, pero aun así a punto estuve de quedarme con las ganas pues, tras la publicación de la foto anterior, le había salido algún pretendiente, aunque finalmente no llegó a concretarse nada ¡ afortunadamente para mí !.

    Tras cerrar el acuerdo con Alberto, otro problema que se me planteaba era el de su transporte. Evidentemente en un utilitario no entraba, así que tuve que echar mano de otro buen amigo para que me lo llevase a casa en su furgoneta. ¡ Gracias Leo !.

    Al fin llegó el día y, después de todos estos preliminares, el quejigo llegó a casa. Os lo muestro desde diferentes ángulos para que lo veáis en detalle. Según la información de la que dispongo han transcurrido tres años desde su recolección y se le ha dejado crecer libremente para que aumentase su vigor a la vez que se aseguraba el enraizamiento.



   



    Para mí el árbol tiene unos detalles de calidad exquisitos, como por ejemplo su corteza...


...o este pequeño tronco secundario, con unos giros increíbles y que trataré de encajar en el diseño definitivo.




MI INTERVENCIÓN SOBRE EL ÁRBOL

    He de decir que antes de afrontar el modelado inicial del ejemplar he decidido no trasplantarlo. Es un trabajo que se dejará para el año que viene, así espero que no se vea reducido su vigor y pueda brotar nuevamente con la fuerza que caracteriza a la especie.

    Una vez metido en faena lo primero que hice ha sido limpiar la superficie del sustrato. Había algunas malas hierbas y también esta planta, que extraje con sus raíces y la planté en una maceta independiente con el ánimo de utilizarla como planta de acento. Seguramente crecía en el mismo lugar del que procede el quejigo, así que será una acompañante perfecta  para el mismo.


    Sobre la superficie también había numerosos botones de corteza, que me afané en recoger y guardar. Siempre nos puede hacer falta alguno para subsanar algún desprendimiento que se pueda producir.


    Uno de los usos para los que nos podrían servir se puede ver en la siguiente secuencia, en la que se observa como, usando un botón desprendido de un punto determinado, podemos volver a insertarlo en su antigua posición utilizando, para ello, un poco de pegamento instantáneo.





    En algunas zonas de la base habían brotado algunos chupones que enseguida eliminé.


    Como resultado de la poda inicial de reducción, se han producido algunas retiradas de savia en los extremos de algunas ramas. Es posible que si en su momento se hubiese utilizado una buena pasta selladora esto no se hubiese producido.


    Ahora mismo lo que hay que hacer es eliminar esos tocones secos para tratar de provocar una cicatrización total de la herida. Para ello me ayudo de una pequeña sierra.


    Depués del recorte del tocón:


        Para favorecer en mayor medida el proceso de cicatrización, pasé a continuación una lija con herramienta eléctrica. Para que esta acción no sea perjudicial debemos tener la precaución de no insistir durante mucho tiempo seguido en el mismo lugar, esto podría sobrecalentar la zona del labio provocando quemaduras que dificultarían el cierre de la herida.


    Y así se veía la zona antes de la aplicación de pasta selladora.


    Como este, había más tocones secos por todo el árbol que fui eliminando uno a uno. En una especie caduca no deseo hacer jines, eso es un recurso propio de coníferas, sobre todo. En los caducos se dan más los uros u oquedades, aunque inicialmente la realización de estos tampoco entra en mis planes. Como primera opción, aprovechando que todavía queda mucho camino en la formación de este quejigo, pretendo conseguir el total cierre de las heridas, el tiempo dirá si lo consigo.

    Visto desde uno de sus laterales el ejemplar se cae algo hacia atrás, por lo que tomé la decisión de calzarlo ligeramente de la parte posterior para continuar con el modelado, tal y como se ve en la siguiente fotografía.


    Por cierto, tanto en la foto anterior como en la que sigue, ya podéis ver el árbol con la brotación recortada.


    Estoy decidido a formar la ramificación utilizando, para ello, la mayor cantidad posible de la ramificación originada en la naturaleza. Es imposible conseguir ramas encortezadas como esas con técnicas de cultivo controlado. Aún así hay cosas que hay que corregir, como la primera rama de la izquierda, que tiene un tramo recto, cilíndrico y sin casi vegetación.


    La rama tenía una clara tendencia apical que quería controlar para favorecer la formación de la ramificación más cerca del tronco. Decidí cortar.


    A partir de esos brotes que ahora se sitúan cerca del corte y que ayudarán a cerrarlo, trataré de formar una nueva e intrincada ramificación.


    El pequeño tronco retorcido también tenía varios tocones que hubo que eliminar. Uno de ellos en el extremo del mismo, otro en la zona en la que ahora se ve una impresión de poda y otro el que se aprecia casi en su base. Este último fue eliminado después de hacer la fotografía.


    Sobre la utilización de esta otra rama tengo algunas dudas.


    En cualquier caso, aunque la vaya a usar en el futuro, nunca me encajaría en toda su longitud. La recorto también, esperando que brote por cerca de la zona de poda.


    Esta otra rama tiene una brotación muy interesante a media altura. A partir de ella construiré una rama importante en el nuevo diseño.


    Pero el problema es que no la voy a necesitar tampoco en toda su longitud, por dar origen a un doble ápice que tengo que corregir.


    Corto por encima de la parte que me interesa:


    Al final me quedo con la esencia de la rama, prescindiendo de lo superfluo.


    Vista de la rama una vez alambrada y posiconada:


    Quizás el mayor reto que tuve que afrontar haya sido enfrentarme con el gran corte que tiene la planta en parte posterior, resultado de la reducción drástica de altura.


    Al no haberse apurado el corte se generó un tocón bastante grande y tosco, alrededor del cual se habían desarrollado unos cuantos brotes. Si no existiese este tocón, esos brotes serían sumamente interesantes para la formación de alguna rama trasera, pero al salir directamente de él su eliminación era un peaje que debía pagar. Para este trabajo, tras la poda de algunas ramitas, utilicé la motosierra.


    Como podéis observar cubrí la superficie del sustrato para evitar que se llenase de serrín. De este modo la limpieza es mucho más sencilla y evitamos complicar el drenaje de la planta. Esta precaución es algo que deberíamos tener en cuenta siempre que trabajemos con herramientas no manuales.

    Este es el corte generado con la motosierra:


    Tras lo cual aún rebajé un poco más con la ayuda de maquinaria eléctrica.


    Finalmente pulí la zona, apliqué pasta a las heridas e hice las fotos finales del trabajo...¡ o al menos las que yo creía que iban a serlo !. Os las muestro ahora.

Frente
Lateral izquierdo
Parte trasera
Lateral derecho
    Dí por terminado el trabajo en ese momento, pero la verdad es que no había quedado demasiado satisfecho de como había quedado la zona que afectaba al gran corte de atrás. Fotos como la que muestra el lateral izquierdo producían en mí un desasosiego que no podía aguantar. Y es que, a pesar de haberlo rebajado bastante, seguía pareciendo lo que era: un gran corte. Y además estaba hecho de una manera que difícilmente iba a facilitar una perfecta cicatrización en todo el perímetro.


    Así que después de un par de días volví a enfrentarme al árbol, cogí nuevamente las herramientas eléctricas y me puse a trabajar esa zona tratando de dejarla con un aspecto más suave, más natural y que facilitase el proceso de cicatrización. Al final creo que lo conseguí y prueba de ello es el nuevo aspecto del corte, con una transición en la conicidad más suave, no tan brusca. Este es el resultado que podéis ver ahora por uno de los lados...


...y por el otro.


    Desde este otro punto de vista el resultado me parece realmente interesante:


























    Cicatrizar completamente el corte será tarea que lleve bastantes años, pero también al resto del ejemplar le falta ese tiempo para llegar a su madurez. Tomando decisiones como esta en etapas tan tempranas conseguimos que todo el árbol evolucione a la par. Es mucho menos gratificante cuando, tras tener la formación general muy avanzada, nos vemos en la obligación de volver a empezar de cero alguna de las partes.


    Hice una ampliación en blanco y negro porque creo que así se ven mejor los anillos de crecimiento. Yo ya me he perdido en varias ocasiones, así que si alguno quiere contar que nos diga luego en cuanto estima la edad de este quejigo.


    Tras terminar el trabajo cubrimos con pasta selladora, lo que nos evitará que se reseque esa parte provocando una retirada de savia. Al la vez la herida estará más protegida frente al ataque de hongos o parásitos.


    Y para finalizar queda una de las peores cosas que tienen los árboles grandes: volver a llevarlo a su lugar en los estantes. Menos mal que un buen amigo diseñó para mí esta carretilla plataforma. ¡Empuja capi!.


    Tenía ya ganas de mostraros esta nueva adquisición que espero, con el transcurrir de los años, se convierta es uno de los símbolos de mi jardín. Me gustaría haberos entretenido un rato con la lectura de su corta historia, os espero para la siguiente.

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Gimiendo por ver el mar,
un marinerito en tierra
iza al aire este lamento:

"¡Ay mi blusa marinera!
Siempre me la inflaba el viento
al divisar la escollera".

                                                        "Marinero en Tierra" - Rafael Alberti
                                                                                      

    Juan Liñares - "El Capitán"