sábado, 28 de abril de 2012

Drástico

    Tengo en mi colección otro Ciprés de Hinoki del que nunca os había hablado antes. Es hermano de aquel que os había mostrado cuando lo llevé al taller con Marco. Bueno, en realidad no sé si es hermano o no, pero la cuestión es que he comprado los dos en el mismo vivero, con unos meses de diferencia entre uno y el otro. Este fue el primero de ellos. Os lo muestro desde de todos los ángulos antes del trasplante, que ya tocaba este año. Ahí va el frente:


    El lateral derecho:


    Así es como se veía el árbol desde el lateral izquierdo.


    Y, por último, la parte trasera.


    Como ya os dije, este año tocaba trasplante. Hacía ya bastantes años que no lo hacía y no podía esperar más. De hecho este invierno, posiblemente debido a lo colapsado que tenía el cepellón, amarilleó mucha vegetación que, antes de llegar a estas imágenes que os acabo de mostrar, me había encargado de eliminar.  Buena prueba de que necesitaba una renovación del sustrato eran las numerosas raicillas que se veían sobre la superficie del mismo.



    Primeramente comencé por desatar el árbol de la maceta, corté los alambres que todavía lo sujetaban e intenté sacarlo...pero no pude. Luego, con la ayuda de una güadaña, quise cortar el cepellón ajustando el corte al borde de la maceta, pero tampoco pude. Allí no entraba ni la punta de la herramienta y, ni mucho menos, era posible avanzar cortando el perímetro. Tuve que deshechar el sistema. Un último intento lo realicé con agua a presión, intentando eliminar el sustrato mediante este sistema, pero nada, el cepellón ni se inmutaba.


    Era hora de tomar decisiones drásticas, no podía dejar al árbol un año más sin trasplantar, su salud lo requería. Así que...


    Ya veis, armado con una pequeña maza no me quedó más remedio que romper la maceta. Al final, a los pies del cepellón desnudo, adornaban el suelo los escombros de lo que un día fue un tiesto de bonsái.


    Y esta es la imágen final del cepellón liberado de sus ataduras.


    Si observais la forma de la maceta en imágenes anteriores, podréis observar que no se corresponde, en absoluto, con la que quedó impresa en el cepellón. El tiesto, aparentemente tenía las paredes rectas, de forma que no debería presentar ninguna dificultad para poder liberar la planta, pero el interior tenía una forma tatalmente diferente a lo que se intuía desde fuera, con una parte media más ensanchada, lo que siempre supone una dificultad a la hora de liberar cepellones atascados como este. Huyo bastante de las macetas que tienen el borde superior cerrado hacia el interior, es decir que disminuyen su diámetro hacia la boca, pero esta me tenía engañado.

    Despues de lograr liberar el sistema radicular, lo que siguió fue un buen recorte del mismo. Así es como quedó tras esta operación.


    Llegados a este punto, introduje un par de palillos de bambú entre las raíces que me iban a ayudar a sujetar el árbol. De este modo no se verían los alambres de sujección desde fuera ni se dañarían las raíces.


    El nuevo tiesto es más grande que el anterior y me da la impresión de que no desentona con el árbol, al menos en exceso, a pesar de que fue una solución de última hora, que no contaba tener que adoptar. De todos modos, cuando Marco me vió el árbol, ya me había recomendado plantarlo en un tiesto más espacioso para que el árbol consiguiera desarrollarse correctamente.

    En este caso, ya que había colocado los palillos en el cepellón, decidí atar el árbol de otro modo, desde el fondo de la maceta. Para ello dispuse los alambres al revés de lo que se suele hacer, tal y como veis en la foto inferior.


    Coloqué una buena capa de akadama y kiriu gruesos en el fondo de la maceta.


    Se coloca el árbol en posición...


    ...se tensan los alambres desde la parte inferior de la maceta...


    ...y se rellena el resto con la mezcla adecuada, procurando ir haciéndolo con la ayuda de un palillo, que nos permitirá llegar a todos los huecos del cepellón. Es necesario asegurarse de que no queden bolsas de aire. Al final la imágen final es la que sigue, en este caso os muestro sólo el frente de la planta.


   Toca ahora esperar algún tiempo antes de realizar un alambrado de definición. El árbol debe responder bien antes de eso. Podría haberse realizado antes del trasplante, pero dado que no tuve tiempo de ello y la época adecuada para el trasplante se estaba acabando, he preferido trasplantar ahora y definir más tarde, cuando la planta esté en condiciones de soportarlo sin riesgos. Tal vez espere incluso hasta después del verano, en todo caso ya os mantendré informados. Hace ya un mes de estas operaciones que os acabo de relatar y el árbol ni se ha inmutado...de momento todo discurre según mis previsiones, espero que continúe así. La aventura de hoy no da para más, espero contar con vosotros en la próxima ocasión, entretanto recibid todos un cordial saludo de este viejo capitán.

sábado, 21 de abril de 2012

Al hilo de lo anterior

        Pues eso, como reza el título, al hilo de la anterior entrada, traigo de nuevo a vuestras pantallas la historia de un pequeño esqueje de tejo plantado, hace ya algunos años, en el suelo. Se trata, como no, de otro material humilde que una vez fuera del suelo presenta este aspecto.


        Durante su estancia en el campo había desarrollado unos brotes bastante largos que, aprovechando la ocasión, había que reducir; lo que nos interesa conservar es el tronco, al que se le ha dado algo con alambre para que tomara algo de gracia.


        Se redujo también la raíz, aunque no mucho ya que tampoco es que hubiese demasiada.


         Una vez reducida la raíz y los brotes su aspecto, antes del pase a maceta era el siguiente.

       
        Ya en la maceta luce este aspecto.



    Ahora, como es norma, toca esperar: hay que asegurarse de que el árbol se ha recuperado a la perfección antes de volver a actuar sobre él. Si llevaba 3 ó 4 años plantado en el suelo no es cuestión ahora de tirar todo ese trabajo por la borda por querer apurar más que los ritmos que nos marca la planta.

    Hasta aquí la entrada de hoy, os espero en la siguiente aventura. Saludos del capitán.

miércoles, 18 de abril de 2012

Material de supervivencia

    No sé como lo hago, pero siempre acabo liándome con material humilde que, en realidad, no deberían tener cabida en mi colección. No por ello se trata de un trabajo hecho en vano ¡nooo, ni mucho menos!. De este tipo de material es del que tiro para, a través de su venta, tratar de mantener o adquirir los árboles que realmente me interesan. Ya sabéis que el material de bonsai es caro, que si tierras, que si abonos, que si alambre y etc., etc., etc. Todo vale una "pasta" que, al menos en mi caso, me cuesta mucho ganar, así que hace ya algún tiempo que he decidio que mi afición debía de autosufragarse, al menos en buena parte. He de confesar que hace algunos años era muy reticente a esta práctica, pero al final te tienes que enfrentar a la realidad y reaccionar, simplemente de no ser por esta política no me podría permitir la adquisión de ciertos ejemplares como el arce de la entrada anterior, del material del que os hablaba antes o de la asistencia a algunos eventos. Tengo que reconocer que en este cambio de visión jugó un papel muy importante mi compañero Alberto Baleato, el fue el pionero en este modo de entender la afición, lo que en su día le valió más de una crítica injusta.

    Bueno, pues sin más preámbulos, os presento  al "prota" de hoy: un humilde aligustre procedente de un cierre. Llevaba varios años plantado en una maceta de plástico, fea como la madre que la parió, tanto que llegó a hacerme daño a la vista. Este año decidí revertir esta situación. Lo iba a plantar en maceta de bonsái ya que, llegado el momento, siempre me iba a tener mejor salida que en ese horrendo "ataud" blanco. La planta, antes de la intervención, mostraba aún el crecimiento del año pasado.


    Naturalmente lo primero que hice fue podar el exceso de vegetación.


    Otra toma más centrada.


        Una vez podado, desenterré el aligustgre y trabajé su cepellón. Lo palille para eliminarle la tierra, utilizando para ello una garra y palillos de bambú. A continuación lo terminé de limpiar con chorro de agua. El resultado salta a la vista ¡con este cepellón seguro que ya nos cabe en una maceta de bonsái!


    Y estas son las imágenes finales de la planta una vez ubicada ya en su nuevo tiesto. uno de esos reciclados que todos guardamos en el trastero, procedentes seguramente de etapas pasadas en las que aún comprábamos árboles en centros comerciales. Reseño también que, una vez trasplantado, he incidido más con la poda, tanto que el árbol estuvo a punto de "escapar por patas". ¡Menos mal que lo había amarrado bien con alambres, que si nooo...! Bueno, este es el frente.


    Lateral derecho.


    Este sería el dorso.


    Y, por último, este es el ladteral izquierdo.


        Naturalmente estas propuestas son susceptibles de cambio y eso lo tendrá que decidir el futuro propietario de la planta, de momento toca reposo, hay que garantizar que el árbol ha superado el trasplante, sólo entonces será puesto en circulación.

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    Con un vigoroso golpe de timón el capitán varío el rumbo de la nave, la tormenta que se divisaba en el horizonte no tenía buena pinta, había que alejarse, no era cuestión de arriesgar la vida de su tripulación en vano. Estos días andaba más pensativo de lo normal, en esa misma zona hacía cien años que naufragara el Titanic, el gran barco "insumergible". Numerosas notas de prensa se habían publicado estos días recordando tan luctuoso suceso, lo que provocó en el capitán un sentimiento de responsabilidad con el que siempre había convivido, pero que ahora se presentaba en su mayor dimensión. Ensimismado y perdido en sus pensamientos dió rienda suelta a su instinto de supervivencia, logrando llevar a sus subordinados a puerto seguro. Sólo cuando estuvo en tierra y después de unos cuantos tragos de ron, el capitán consiguó huir de sus pensamientos, terminando por cantar el "Asturias patria querida" subido a la barra del último tuburio que visitó antes de retirarse a descansar. ¡Buena cogorza había pillado el malandrín!

domingo, 15 de abril de 2012

Inesperado

    Cása de Alberto Baleato. Habíamos terminado el taller con Marco cuando se me ocurre preguntarle a nuestro anfitrión si tenía nuevo material. Realmente cuando lo visito casi siempre lo tiene, así que la pregunta era un tanto "tonta", ya que tenía la completa seguridad de que la respuesta iba a ser afirmativa. Cuando subí a la terraza para ver lo que Alberto tenía para mostrarme me sorprendió sobremanera, nada más entrar, la presencia de un magnífico Acer buergerianum que había a la derecha.

    El árbol en cuestión pertenecía a Luis Vila, quien decidió ponerlo a la venta con el fin de "aligerar" su colección: no hay tiempo para atender todo...ya sabeis ¿no?. La planta llevaba ya unos cuantos años con él, durante los cuales fue tratatando de mejorar el nebari injertando plantones, iniciando desde cero la formación de una ramificación correcta,etc.

    La tentación fue demasiada para mí, lo confieso. No puede marcharme de aquella terraza sin haber echo un trato con Alberto. Aquel árbol tenía que venirse conmigo, más que nada porque no iba a tener, en mucho tiempo, otra oportunidad de hacerme con un ejemplar de ese calibre al precio que el me lo ponía. Así que días después ya estaba en mi casa. Os lo muestro tal y como llegó, plantado en su caja de madera. Comienzo por la parte trasera.


    Lateral derecho.


    Y el frente, con una referencia para que os podais hacer una idea del tamaño de la planta.


    Algunas zonas, en las que se practicaron podas de consideración hace algún tiempo, estaban cicatrizando muy bien. No creo que se me vayan a plantear mayores problemas a la hora de conseguir el completo cierre de las heridas, aunque también sé que tengo que darles tiempo y prodigarle al árbol un completo programa de abonado.



    La superficie del sustrato mostraba un sinfín de malas hierbas, nada deseables para continuar con el cultivo de la planta.

 
    Esta evidencia hizo que tomase la decisión de trasplantar el árbol, quería ver lo que se escondía bajo tierra.

    Intenté sacar el árbol de su caja de madera tras haber comprobado que no tenía anclajes en el fondo de la misma. Sin embargo no fue posible, ¡ el Burger no salía ni a la de tres !. En un intento por aflojar el agarre de la planta intenté eliminar buena parte del sustrato con chorro de agua.


    Tenía al ejemplar colocado encima de una vieja carretilla, así que pensé que para ayudar a la eliminación de la akadama vieja lo mejor era inclinarla.


    Tampoco conseguí grandes avances con este sistema, así que no me quedó otro remedio que desmontar la caja en la que estaba plantado.


    En un principio pretendía conservarla para volver plantar al arce en ella, pero no pudo ser. Además, una vez me decanté por desmontarla, me dí cuenta de que la madera estaba bastante podrida y que, casi con toda seguridad, no iba a aguantar un año más de cultivo en las condiciones en las que a mí me gustaría.

    Una vez fuera me dí cuenta de cuales eran las razones por las cuales el árbol ofrecía tanta resistencia a su extracción. La primera de ellas era la ya comentada proliferación de malas hierbas. Fijaos en la foto de abajo, prácticamente todas las raices que veis pertenecen a las mismas y no al arce. El sustrato estaba realmente infestado de ellas, lo que lo había vuelto extremadamente compacto. Las raíces de los hierbajos habían creado un entramado a modo de red que impedía sacar la akadama vieja.


    Otra de las razones por las que el árbol no se desprendía era la existencia de una red metálica que, situada en el fondo de la maceta, hacía las veces de malla de drenaje. El caso es que las raíces habían crecido tanto que casi había tantas por encima como por debajo de la misma.


    Me dió bastante trabajo el poder sacar esta malla, pero finalmente lo conseguí. En el suelo yacían los restos eliminados, que os muestro para que os hagáis una idea de la cantidad de los mismos.


    El árbol, una vez podado y limpio el cepellón, lucía de la siguiente manera.


    En la siguiente imágen os muestro el fondo del nebari. Durante años se le han ido aplicando podas severas en la parte inferior para favorecer el desarrollo de las raíces laterales. De ahí que en la parte central se aprecien calvas prefectamente cicatrizadas.


    Lo que siguió después no tiene demasiada historia. Encontré un bandeja de plástico en la que poder platar al Burger. Usé akadama gruesa para realizar la plantación, sin nada más aunque, eso sí, perfectamente cribada. Como el árbol pesa bastante lo planté ya en su lugar definitivo en el banco de cultivo, así no tendría que andar cargando pesos.

    Os muestro el ejemplar una vez finalizado el trasplante. Frente.


    Parte trasera.


    He destapado un poco más el cepellón, siendo este el aspecto final que muestra.


    Transcurrieron ya algunas semanas desde que se realizó el trasplante. El Arce respondío con fuerza y a la semana siguiente ya comenzó a brotar. Este es el aspecto que tenía hace quince días, ya con la brotación totalmente abierta.



    Soy consciente de que me queda mucho camino por recorrer con este árbol. Lograr una buena ramificación me llevará probablemente unos diez o quince años, pero parto de una base prometedora, así que no escatimaré esfuerzos hasta conseguirlo. Estoy ilusionado con esta planta. Espero que os haya gustado tanto como a mí. Gracias Alberto, gracias Luis, sin vosotros jamás hubiera podido conseguir un ejemplar como este.